00Desde hace siglos ciertas mujeres han tenido curiosidad intelectual y participación activa en hechos históricos, sin embargo no es un secreto que el sistema social apenas les permitió ser testigos ocultas de aquellos acontecimientos en donde se destacan únicamente los nombres de  grandes héroes.

Si lo analizamos, el inicio de nuestra historia hispánica está vinculada a la gestión de una mujer, la reina Isabel La Católica, no solo por aprobar sino también por formar parte del financiamiento del viaje de Cristóbal Colon.

Muchas mujeres han quedado en el anonimato, sin embargo, hay otras que por la magnitud de sus acciones fue imposible de ignorar. Tal es el caso de mujeres como Leonor Cáceres quien en 1570 enfrenta con una macana de algún indio caído a los Caribes, para defender a su amiga la señora Acosta, quien fue raptada por esta tribu caníbal, quienes llegaron en plena madrugada atacando al poblado de Caraballeda (costa del mar Caribe).

Otro personaje políticamente relevante fue sin duda la única gobernadora vitalicia que tuvo la historia de la América Española. Se trata de Aldonza Villalobos que por 30 años gobernó la isla de Margarita.

De igual manera existieron mujeres que acompañaron a los fundadores de América, como Inés de Salazar que, con espada en mano, decapitó a caciques indios en Chile y participó en la fundación de Santiago. María de Estrada, una guerrera implacable que formó parte de las legiones  de Hernán Cortes en la conquista de México. Otro personaje es Catalina de Erauso, quien vestida de hombre enfrentó a los piratas holandeses en las costas de Venezuela, para luego destacarse en la conquista de Chile.

También están todas aquellas mujeres que llegaron junto a sus maridos en esa difícil época de conquista, tener que enfrentar un mundo nuevo, sin las comodidades que acostumbraban, teniendo que ejercer un papel totalmente diferente a lo que venían haciendo. No solamente era conformar una familia, sin duda era forjar un carácter superior a sus situaciones para tomar decisiones en ausencia de sus esposos y al quedar viudas (caso muy común) quedar expuestas al peligro. Es un destino algo similar a lo que padecían las mujeres de aquellos guerreros indígenas.

Durante la dura guerra de independencia también se contó con la presencia femenina, desde la mujer conspiradora que traía información del enemigo como Teresa Heredia, quien residiendo en Valencia es castigada y humillada en 1814,  hasta mujeres activas y colaboradoras como Josefa Zavaleta, quien fue condenada al exilio en 1820 por financiar y conspirar en contra del General Pablo Morillo.

Ángela Lamas es recordada por el general Urdaneta en sus memorias por caer en el primer asedio de Valencia ayudando a los patriotas. El mismo destino que corrieron Carmen Giraldo y Rafaela Quevedo, también en el primer asedio de Valencia,

Otras figuras relevantes son aquellas que se colaban en las violentas batallas, como Josefa Camejo, Manuela Tinoco, y Canelón, quienes disfrazadas de hombres se alistaron en el ejército del general Rafael Urdaneta y valientemente participaron e inmortalizaron sus nombres al combatir en Nueva Granada en 1819. No menos importante las dos heroínas anónimas que caen combatiendo vestidas de soldados en la Batalla de Carabobo de 1821.

Las que logran interceder por sus esposos logrando salvarles la vida también tienen su importancia. Es el caso de Mercedes Párraga con su esposo José María Ortega. Las valientes Hermanas Urloa fueron cruelmente asesinadas por esconder a algunos patriotas en su casa en 1814 y el cruel final de Salomé Ledesma, por haberse negado a homenajear al español José Tomas Boves en el segundo asedio de Valencia en 1814.

Hay nombres que si se mencionan como la hermana de Santiago Mariño: Concepción Mariño, Leonor Guerra, Ana María Campos, Luisa Cáceres Arismendi o la intrépida y leal esposa del general Páez, Dominga Ortiz quien no solo lo acompañó en la retaguardia, también ayudó a curar a los heridos, cocinaba y hasta dio a luz a dos de sus hijos en esa dura travesía.

Hay figuras que dejaron muy claro su posición política desde su interés personal, como las hermanas de Martin Tovar y Ponte, que le piden a su hermano que considere la posibilidad de aceptar el indulto proclamado por Fernando Vll con el fin de reunirse la familia bajo el amparo de su majestad.

Otro caso es el de María Antonia Bolívar, para nadie fue un secreto que nunca estuvo de acuerdo con la causa independentista que lideraba su hermano Simón Bolívar. Durante las persecuciones llegó a esconder realistas en su propiedad. Al salir del país obligada por su hermano, le manifiesta a través de cartas al rey de España su desacuerdo por la independencia y le expone su situación de miseria actual a raíz de esta «absurda guerra». Comprueba su lealtad al rey y después recibe una pensión de la corona.

Muchas otras mujeres de la alta sociedad estuvieron comprometidas con el movimiento político,  su condición de privilegiadas les permitían recaudar fondos, hacerse cargo de la manufactura de los uniformes, alimentos, animales. Escondían a los perseguidos, atendían a los heridos, muchas jugaron ese rol, no solo en Venezuela sucedían estos eventos; tenemos a Manuela Sáenz, quien estando en Lima se destacó como ágil espía para los patriotas, influenció con éxito a su hermano jefe de un batallón realista a cambiar de bando, acción determinante para el avance de San Martin hacia Lima. Colaboró de manera económica con las tropas  patriotas y luego valientemente atravesó balaceras para rescatar a los heridos en plena batalla.

Otras mujeres de sectores más populares se involucraron al realizar labores, como las costureras que confeccionaron los uniformes, las cocineras y toda la logística que requería la guerra.

Desde la esclava harta que quería su libertad hasta las criollas aristócratas hartas del abuso de poder de los jefes españoles, cada una tenía su razón para apoyar la independencia. Otras apoyaban al rey, la mayoría quizás nunca sepamos quienes fueron pero sin duda fueron parte fundamental de nuestra historia, hasta las que sobrevivieron a la dura guerra, esas mujeres que volvieron a sus hogares destruidos, las que quedaron en la calle, huérfanas, viudas, totalmente solas.

Mujeres combatientes continuaban reflejándose a lo largo de nuestra historia del siglo XlX tal es el caso de la teniente de infantería Saturnina Rodríguez quien luchó en la Guerra Federal quedando herida e imposibilitada para trabajar y es por eso que solicita una pensión que luego se le otorga.

Por muchos años el papel de la mujer en la historia fue la sombra detrás de los hechos históricos, minimizado y directamente relacionado con la inocencia, delicadeza y maternidad. Hoy en día ese concepto ha cambiado, mujeres estudiadas y su recuerdo erguido ante aquel olvido en el que quedaron, sino mujeres que se encargan de estudiarlas, mujeres que se destacaron y aun se destacan con sus crónicas, figuras relevantes por su investigación histórica, todas comprometidas con la historia desde la pasión y más importante aún: manteniendo el rigor investigativo.




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