El 25 de mayo de 1990 monseñor Urosa prestó juramento como arzobispo de Valencia. Foto archivo El Carabobeño

Después de haber sido obispo auxiliar de Caracas durante casi ocho años, el 25 de mayo de 1990 monseñor Jorge Urosa Savino asumió como el nuevo arzobispo de Valencia, en sustitución de monseñor Luis Eduardo Henríquez. Ya han pasado 31 años de aquella memorable fecha.

15 años duró como arzobispo de Valencia Jorge cardenal Urosa y en todo ese tiempo supo ganarse el cariño de la feligresía carabobeña  que hoy llora su partida física. Su obra pastoral en nuestra entidad dejó huellas profundas que siempre se le serán reconocidas.

El año pasado cuando se cumplieron los 30 años de haber llegado a Valencia, el propio cardenal narró que fue recibido con gran aprecio por monseñor Henríquez, a quien conocía desde sus años de seminarista en Caracas y luego en Roma. También encontró una actitud positiva por parte del obispo auxiliar de Valencia, monseñor Nelson Martínez; del vicario geeral monseñor Reinaldo Del Prette y de todos los colaboradores.

Según su narración, lo primero que hizo al asumir el cargo, fue ratificar en sus cargos a todos los miembros del equipo secretarial y administrativo de la curia, bajo el entendido de que “Si trabajaron bien con monseñor Henríquez deben ser buenos. Y sí lo fueron Dios les pague su estupendo trabajo”.

El prelado de la iglesia católica recordó que los fieles católicos y la sociedad civil en general lo recibieron con los brazos abiertos. Lo mismo ocurrió con religiosos y miembros de institutos de vida consagrada, quienes con su trabajo pastoral en la arquidiócesis tuvieron una actitud muy positiva hacia él, de cercanía y estrecha colaboración. Todo esto le permitió realizar con cierta facilidad, la compleja labor pastoral en la arquidiócesis.

Durante una de sus visitas a la catedral de Valencia, junto al cardenal Baltazar Porras y monseñor Reinaldo Del Prette. Foto archivo El Carabobeño.

Evangelización, santificación y acción social

El purpurado  incluyó entre sus momentos memorables en la Arquidiócesis de Valencia, la creación de la Diócesis de Puerto Cabello. Trabajo en el cual se empeñó  por considerar que esa región es geográfica y socialmente distinta al resto del estado.

A su modo de ver, la montaña crea una división real y anímica, que se sentía en el mundo pastoral. Por eso, contando con el apoyo de monseñor Nelson Martínez, nativo de esa región, se comenzó a trabajar en la conveniencia y posibilidad de contar con una nueva diócesis.

Posterior a los estudios y consultas de rigor, previa aprobación de la Conferencia Episcopal Venezolana, en enero de 1994 presentó ante el papa la petición de elevación de la nueva diócesis de Puerto Cabello. San Juan Pablo II la aprobó, y emitió el correspondiente decreto fechado el 5 de julio de 1994. El primer obispo fue monseñor Ramón Linares.

En la narrativa de su actividad en la arquidiócesis, también incluye el hecho de haber fomentado las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. Gracias al trabajo vocacional, entre 1993 y 2005 se ordenaron 66 nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Valencia, la mayoría de los cuales ha perseverado en su consagración a Dios.

Los sacerdotes siempre fueron atendidos, tanto por él como por los obispos auxiliares y vicarios generales, en los despachos de la curia. Además eran visitados en sus parroquias durante las celebraciones especiales y fiestas patronales.

Durante los 15 años que estuvo como arzobispo en Valencia, el cardenal y sus colaboradores confirmaron cerca de 150 mil niños y adolescentes, así como a un buen número de adultos, en la Catedral de Valencia.

También se interesó en crear la Escuela de Teología en el seminario, por lo que luego de algunas consultas se abrió el primer año de teología.

Citó que como la vieja sede del seminario en La Pastora, Valencia, se hacía insuficiente para albergar a tantos seminaristas y para los estudios de teología, comenzó a pensar en la construcción de una nueva sede.

Cardenal Jorge Urosa siempre se mostró amable con todo el mundo. (Foto Archivo)

Recibió el respaldo de Francisco Jiménez, Enzo Scarano y José Antonio González, este último cuñado de monseñor Henríquez, quienes donaron un terreno en el sector Monteserino de San Diego.

Luego se hizo una campaña pro construcción del seminario, donde se recibió el respaldo de las autoridades para ese entonces, el presidente de la República, Rafael Caldera; los gobernadores Henrique Salas Römer y su hijo Henrique Fernando Salas Römer; y el alcalde Francisco Cabrera, entre otras personas.

La construcción se inició en 1997 y se inauguró el Seminario Nuestra Señora del Socorro el 17 de julio de 1999. El cardenal manifestó su agradecimiento por el apoyo para esta obra a todas las familias que integraron el comité pro-construcción del seminario.

Otra labor permanente fue la evangelización de la cultura, con participación y presencia en las actividades de la vida cultural de Valencia.

Para socorrer a los pobres, durante la administración eclesiástica del cardenal Urosa en Valencia se creó el programa Comparte tu Pan, dirigido y ejecutado por Cáritas desde principios de los 90, mediante el cual se llevó alimentos a muchos necesitados de distintas parroquias.

Comparte tu Pan tuvo dos modalidades: 50 comedores para niños en parroquias necesitadas, donde se les servía almuerzo cinco días a la semana. También la distribución de cinco mil bolsas de comida al mes a familias necesitadas, previamente seleccionadas en 40 distintas parroquias. Esos programas contaron con el apoyo de la gobernación de Carabobo durante muchos años.

DE VUELTA A CARACAS

En el 2005 el papa Benedicto XVI ratificó el nombramiento de  Jorge Urosa como obispo de Caracas, que había hecho san Juan Pablo II en diciembre de 2004 y que fue rechazado por el entonces presidente Hugo Chávez.

Gracias a la firme insistencia de la santa sede, el exmandatario, hoy fallecido, terminó otorgándole el placet para la publicación de su nombramiento.

Fue instalado como el décimo quinto obispo de Caracas el 5 de noviembre de 2005. Para el momento de su muerte, el cardenal Jorge Urosa Savino era arzobispo emérito de Caracas y de Valencia. Siempre estuvo agradecido con todos los que colaboraron con él durante su estadía en Carabobo.

Estamos seguros que hoy muchos habitantes de este estado lloran su partida, pues desde que se anunció que había contraído la COVID-19, muchísima gente estuvo pendiente y rogando a Dios por su salud. El cardenal no solo era querido en Carabobo sino en todo el país, porque siempre defendió los intereses de los más desposeídos.

 

 




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