El Bayern se impuso
Foto: EFE/EPA /Erdem Sahin

Zarandeado en su última visita en la Bundesliga, con el 5-1 sufrido en Fráncfort tan latente, el Bayern Múnich aprovechó este miércoles su dominio del primer tiempo para marcar los goles de Musiala y Harry Kane y doblegar al Wolfsburgo, al que resistió después en la segunda parte, tras el golazo del 2-1 de Arnold al borde del descanso.

Superior en el primer tiempo, aún sufrió en el segundo, con dos caras bien diferentes que lo auparon a la victoria antes del descanso para optar por la resistencia después, en todo el segundo periodo, dentro de la insistencia ineficaz de su adversario. No cambió el desenlace que habían dictado antes Musiala y Kane. El Bayern sigue a cuatro puntos del liderato del Bayerl Leverkusen, que ha disputado un encuentro más que los hombres de Tuchel.

Sin Kimmich, sin Goretzka, sin Gnabry, sin Coman… El Bayern mandó desde el principio hasta el descanso. En una abrumadora posesión, con una imponente precisión, limitó casi todo el primer tiempo a las cercanías del área local. La asedió al inicio sin demasiadas ocasiones, pero después con una inequívoca sensación: el gol era cuestión de un pequeño detalle, más pronto que tarde, como así ocurrió.

Era increíble que aún no fuera en ventaja cuando el partido sobrepasó la media hora, sobre todo con una oportunidad con tres rematadores (Sané, Müller y Guerreiro) y ninguno con destino a gol, hasta que Müller controló el balón en la banda derecha, salió hacia fuera para un centro perfecto con la izquierda. Un regalo para el remate goleador de Musiala. 1-0.

La recompensa, indiscutiblemente merecida, fue más allá con el golazo de Harry Kane. Su control con la derecha, su zurdazo, en un instante, en unos centímetros, desde lejos, a la escuadra, añadió el 2-0 en el minuto 43. Un tiro imparable, como lo es el goleador inglés, cuyas cifras son tan impresionantes que no se intuye un límite: 25 tantos en 21 partidos.

Pero este Bayern también descubre facilidades. Cuando sentía el partido controlado, ganado incluso, sin una sola respuesta de su oponente, Arnold soltó un zurdazo desde el borde del área con el que reanimó el encuentro. En el tiempo añadido de la primera parte. Un golazo al que no alcanzó Neuer y que lo repuso todo en duda, aún más cuando el Wolfsburgo insistió después, en el inicio del segundo acto, cuando dio un paso adelante.

No le veía ya tan claro Tuchel, que se resguardó. Su primer cambio fue una declaración de intenciones: se fue Müller, entró De Vrij, un central, para poblar la defensa, para sostener la mínima ventaja, para armarse atrás frente a la ofensiva del Wolfsburgo, que había logrado trasladar toda la acción del primer tiempo en su terreno al campo rival. Una advertencia.

Había riesgo ya para la victoria del Bayern, fortalecido con cinco defensas, superado ya en muchos de los sectores del campo, menos en su área, sin apenas la exigencia de una parada de Neuer, pero en una calma tensa que lo mantenía más que intranquilo. Sólo lo alivió el pitido final del árbitro. El único momento en que ya se sintió ganador.

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