El poder debe estar al servicio del bien común, y no el bien común al servicio del poder. En el primer caso, el poder puede ser benéfico para la generalidad. En el segundo, sólo se favorecen los mandoneros del poder a costa de la destrucción política, económica y social. A costa de la destrucción del bien común.
Cuando el poder se convierte en un dios, más allá de las  ideologías, entonces  se le adora con la máxima expresión de la miseria humana. Cualquier medio se valida con tal de que contribuya a la continuidad del poder.
Es el poder como ídolo exclusivo y excluyente. Es la imposibilidad de que surja algo positivo de semejante aberración. En el mundo, el poder como idolatría no es la norma, pero mucho menos la excepción.
La adoración del poder por el poder mismo es uno de los peores males que azotan a la humanidad. Y vaya que si abundan éstos. Lo más ruinoso es la personificación del poder en un supuesto líder que, tarde o temprano, tendrá consecuencias devastadoras.
La idolatría del poder se controla o evita con una democracia pluralista, vigorosa en instituciones independientes y guiada por valores trascendentes. Eso es lo que deseamos y por lo que no nos cansaremos de luchar.

 

¿Quieres recibir nuestros titulares diarios, matutinos y vespertinos?
Únete a nuestro canal de Telegram
https://t.me/titularesec

O a nuestro grupo de whatsapp
https://chat.whatsapp.com/E55qyLa9mGw2hNNrN32r1b
Con gusto te los enviaremos




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.