El presidente de la Cámara de Industriales de Carabobo. Luis Hernández. (Foto Cortesía)

Luis Alberto Hernández, al asumir la presidencia de la Cámara de Industriales del estado Carabobo, presentó de cuerpo entero el tamaño de la crisis que atraviesa en los actuales momentos la actividad manufacturera local, que a su juicio no tiene paragón alguno con los peores desastres económicos y sociales que haya sufrido un parque fabril en la historia contemporánea, o haya pasado por la imaginación de cualquier mente despierta.

Así de claro y tajante, con todo el dramatismo que encierra la situación actual de la industria carabobeña, el ingeniero Hernández habló frente a testigos de excepción, al posesionarse del cargo en el que sustituyó a Adán Celis Michelena.

Hernández agradeció, en primer lugar, su designación para liderar al sector fabril regional, porque significa un reto, un compromiso mayor. «Es una oportunidad de servirle al país, a su porvenir y a tanta gente que sigue cifrando esperanzas en lo que más sabemos hacer los empresarios, que es trabajar con ahínco por la generación de bienestar, de progreso y riquezas para compartir, sin lo cual no hay estadios de felicidad posible”.

En sintonía con lo que en el mismo escenario acababa de decir su antecesor, el nuevo presidente de la CIEC recalcó que asumió sus funciones en momentos de extremas dificultades para la industria, realidad que se puede medir en el hecho cierto de que, de unas 12 mil 700 empresas activas en Venezuela, apenas quedan en pie menos de 3 mil, y que además solo operan entre un 10 y 30% de su capacidad productiva, todo lo cual es de fácil comprobación con un recorrido por cualquiera de las calles de la zona industrial de la Valencia del Rey, de la Valencia que fue orgullo de los carabobeños por su empuje manufacturero.

Luis Hernández recordó, con nostalgia, lo que fue, lo que ha sido y lo que pudiera seguir siendo la industria privada para la ciudad y para Carabobo, siempre apalancados por el accionar de sus parques manufactureros, con el trajinar y la fuerza diaria de sus trabajadores y con la voluntad combinada de hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo y la prosperidad.

Con preocupación, lamentó que ahora nos encontremos con avenidas completas en la Zona Industrial de Valencia en las que no hay ni siquiera a una sola empresa con sus puertas abiertas y sus plantas productivas en plenas operaciones, y si a alguna le quedan todavía músculos para hacerlo, no pasa de la ocupación de un 10 a 12% de su capacidad real.

Hernández también memorizó el acontecer de los años 70 y 80, los más dinámicos y de mayor engranaje, en los que Valencia era una ciudad en pleno desarrollo y continuo crecimiento social y económico, y apuntó que en la emblemática Zona Industrial que pisan, el humo de las chimeneas atestiguaba entonces la diversidad y el furor de una industria automotriz en pleno apogeo, con la presencia de Ford Motor y Chrysler de Venezuela y de la Ensambladora Carabobo, con sus sonoros zumbidos y el movimiento constante de su actividad laboral, que fueron luz y guía de progreso sostenido.

En su discurso, el nuevo presidente de la CIEC hizo mención al auge que también tuvo la fabricación de autopartes, consecuencia directa del impulso devenido con la instalación de las ensambladoras de vehículos, subsector industrial que llegó a colocar en los exigentes mercados internacionales hasta el 40%de su producción, destacando la planta de Rualca que en sus mejores momentos pudo vender en el exterior el 90% de lo que producía en Valencia.

El presidente de la Cámara de Industriales rememoró los días inolvidables cuando era común la llegada a Carabobo de legiones de entusiastas jóvenes estudiantes, entre los que se incluyó, y que venían a buscar y encontrar preparación profesional en la UC, su querida UC, de la que egresó orgulloso con el título de ingeniero industrial en el año 1979, y que le sirvió para abrirse paso en el quehacer fabril, al que luego le dedicó 40 años seguidos en responsabilidades gerenciales en distintos niveles.

No desestimó las oportunidades que en el pasado existían para que los profesionales salieran fuera de las fronteras patrias a mejorar conocimientos tecnológicos, aprovechando los programas de los gobiernos de talante democrático, apoyando el desarrollo integral del país. “Eran momentos y días muy diferentes a los de ahora, en los que la diáspora viene dada e impuesta por otras circunstancias vergonzosas, con la suerte de encontrar solidaridad y bondad de países amigos o vecinos generosos, expuso el dirigente empresarial en su primer discurso público.

Hernández atestiguó que si alguien quisiera saber y comprobar las condiciones en que se encuentra un país, lo que tiene que hacer, a primera vista, es extender la mirada hacia la industria privada, que es el caso patético de nuestra empobrecida Venezuela. “Aquí estamos en crisis, casi en ruinas, porque tenemos a la industria privada sumida en una profunda descomposición productiva, pero aún con reservas suficientes de hombres y mujeres emprendedores, audaces y laboriosos, con los que vamos a recuperar el esplendor de la industria carabobeña, y por ese canal repuntar el desarrollo social y económico de Venezuela.

URGE EL DIALOGO SOCIAL

La clausura del acto de toma de posesión de la nueva directiva de la CIEC estuvo a cargo del presidente de Fedecámaras nacional, Carlos Larrazábal, quien exhortó sin reservas al gobierno a abrir caminos a un verdadero diálogo social, en el ambiente tripartito que promueve la OIT, y que ha sido útil para resolver otras crisis agudas en el mundo moderno.

Larrazábal, también egresado de la UC, lamentó que transcurridos ya 60 días de los anuncios económicos del presidente Maduro, el país retrocede al abismo, con una inflación que supera el 200% semanal, con lo cual no hay manera alguna para recuperar la confianza de inversión, nacional ni foránea, sin lo cual vamos camino directo a una catástrofe de dimensión imaginable.

El máximo dirigente del empresariado privado reiteró sus cuestionamientos a las políticas de decretos sucesivos para aumentar el salario mínimo de los trabajadores e insistió en el diálogo social para que los sueldos sean producto de acuerdos concertados, con participación directa de empleados y empleadores y no el resultado o el capricho populista de un gobierno.

En el acto también estuvieron presentes Francisco Acevedo, vicepresidente de Conindustria, y Jesús Santander, secretario general de Gobierno de Carabobo.




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