El intelectual y nobel de la Paz chino, Liu Xiaobo, falleció este jueves bajo custodia en un hospital del norte del país, tras haber sido recientemente excarcelado por un cáncer terminal, según anunció un comunicado oficial.

Liu murió a los 61 años después de pasar los casi nueve últimos en prisión, donde se le concedió el premio Nobel en 2010 por su activismo a favor de la democratización de China.

La justicia lo condenó en 2009 a 11 años de reclusión por «subversión» tras haber reclamado reformas democráticas.
Un año después, se enteró desde su celda que le habían otorgado el premio Nobel de la Paz, un galardón que dedicó a los muertos de Tiananmen.
El galardón tuvo que ser entregado de forma simbólica el 10 de diciembre en Oslo, donde una silla vacía representó al escritor preso.
La distinción provocó la ira de Pekín, que califica al activista de «criminal» y desde entonces cualquier imagen de una silla vacía fue censurada en la red de internet china.
Sin embargo, el Nobel le garantizó a Liu Xiaobo un reconocimiento internacional por su compromiso y su lucha de varias décadas marcada por largos periodos en prisión.
En 1989, tras regresar de Estados Unidos donde había impartido un curso en la universidad Columbia de Nueva York, este profesor de la universidad Normal de Pekín participó en el movimiento democrático de la plaza Tiananmen, desencadenado por estudiantes.
Frente al endurecimiento de la política del régimen, inició una huelga de hambre en la célebre explanada de Pekín, en compañía del cantante Hou Dejian y de otros dos intelectuales, Zhou Duo y Gao Xin.
En la noche del 3 al 4 de junio, cuando el ejército entró en Pekín para desalojar la plaza, intentaron una mediación para obtener una evacuación pacífica.
Detenido después de la sangrienta represión del movimiento, el opositor pasó un año y medio en la cárcel sin haber sido condenado.
Después volvió a tener problemas con el régimen y fue enviado a un campo de «reeducación por el trabajo» entre 1996 y 1999, por haber reclamado una reforma política y la liberación de personas todavía encarceladas por su participación en el movimiento de junio de 1989.
En las escasas fotos que hay de los periodos de su vida que pasó en libertad, llama la atención su figura delgada, con unos lentes de montura delgada, una frente amplia y el pelo rapado.
Tras ser excluido de la universidad, se convirtió en uno de los animadores del Centro independiente Pen China, una agrupación de escritores, que le permitió mantener un contacto estrecho con el mundo intelectual.
Censurado en China, sus libros se siguieron publicando en Hong Kong. En sus escritos criticó el consumismo desenfrenado de una sociedad china que había perdido los referentes y sufría de amnesia, y denunció a las élites y a los artistas «vendidos» al régimen.



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