as mujeres continúan siendo minoría en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) y la proporción de graduadas, a nivel global, es de un 35 %, sin cambios desde hace una década
as mujeres continúan siendo minoría en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) y la proporción de graduadas, a nivel global, es de un 35 %, sin cambios desde hace una década / Foto Cortesía Universidad Europea

Las mujeres continúan siendo minoría en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) y la proporción de graduadas, a nivel global, es de un 35%, sin cambios desde hace una década, alerta un estudio presentado por la Unesco.

Esa infrarrepresentación se traslada después al mercado de trabajo, donde las mujeres ocupan menos de un 25% de los empleos de esos sectores. Esta estadística se empieza a manifestar muy pronto, comenzando por una «ansiedad injustificada que las niñas sufren en matemáticas desde una edad temprana, alimentada por normas y estereotipos de género negativos».

Los datos se extraen de un estudio titulado «Technology on her terms» (Tecnología en sus términos) que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura publicó este 25 de abril con motivo del Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación.

El informe revela que cada año hay más niñas completando cada nivel educativo en todos los países. Sin embargo, los progresos son heterogéneos y a veces insuficientes para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

Los factores económicos en la educación de las mujeres

Los países y comunidades pobres son los más rezagados, especialmente en África subsaharina. En estas comunidades, la paridad educativa es una meta que se resiste todavía en todos los niveles de formación.

La introducción de la tecnología en la educación es un factor que aporta efectos positivos notables y ha ayudado a cerrar la brecha de género entre los estudiantes. Entre los efectos positivos se incluyen los contextos de crisis donde las soluciones en línea han proporcionado alternativas al abandono de la educación, como por ejemplo en el contexto de la crisis por el terrorismo del grupo Boko Haram en Nigeria.

También proporciona espacios seguros y confidenciales para educarse en temas sensibles como la salud sexual de las niñas, como ocurre con la aplicación móvil The Girl Talk, para adolescentes entre 12 y 18 años en Tailandia.

En paralelo, la tecnología también «acentúa con frecuencia reglas y estereotipos de género negativos», avisa el estudio.

Las redes perjudican el bienestar de las niñas

Aunque las tecnologías digitales tienen un «excelente potencial» para la enseñanza y el aprendizaje, la exposición de niños y adolescentes a las redes también conlleva riesgos importantes de apropiación de datos, abuso, fraudes o ciberacoso, entre muchos otros.

Muchos de esos riesgos afectan de manera desproporcionada a las niñas, según datos recopilados por la Unesco procedentes de diferentes estudios e instituciones.

Por ejemplo, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los chicos de sufrir un trastorno alimentario y el uso de las redes sociales agrava el problema.

Una investigación realizada por Facebook descubrió que un 32% de las adolescentes decían que, cuando se sentían mal con su cuerpo, Instagram les hacía sentirse peor.

El estudio de la Unesco también señala que, a los 10 años, una mayor interacción con las redes sociales en las niñas está relacionada con un empeoramiento progresivo de sus circunstancias socioemocionales, mientras que entre los niños no se encontró esa correlación.

Dado que el bienestar emocional está ligado a los resultados académicos, las redes sociales tienen un impacto en el desempeño educativo.

La tecnología como medio dañino

La tecnología también puede ser una herramienta para facilitar el bullying, que pone más a menudo en la diana a las niñas y a los estudiantes LGTBI. Al mismo tiempo, sirve para fomentar la violencia de género, como por ejemplo a través de mensajes explícitos no consentidos o de la transmisión de imágenes íntimas.

El uso de ‘deepfakes’ (ultrafalsos), que permiten desarrollar imágenes adulteradas extremadamente realistas con técnicas de inteligencia artificial, está llegando también a los entornos educativos, advierte el estudio. Estos casos se extienden en España y Brasil en los que alumnas han sido víctimas de este tipo de manipulaciones con contenido pornográfico que han circulado en escuelas.

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