Viniste por mí y te dejé esperando. No acudí aunque me citaste, ya habías tomado las almas de muchos, entre ellos muchos que he amado. Decidí darte la espalda.
Desesperanza te dejo sola. No eres ni siquiera atractiva para rozarte. Eres fea y aburrida. No entiendo porque tantos te abrazan. Solo apareces en los malos momentos, en las crisis, cuando no muchos piensan bien, y no se percibe que lo adverso puede cambiar. Cuando lo oscuro amenaza con hacerse permanente.
No eres más que una mentira. Un espejismo a lo largo de un camino ardiente. Nada bueno puedes traer porque el agua mala no tiene corriente. No eres torrente, estancas las almas que se sumergen en ti.
Hoy te voy a desnudar. Tienes cuerpo flaco, hasta famélico parece. Por supuesto te vez robusta porque vistes el hábito de los argumentos del nefasto cuestionador de iniciativas y te cubres con esa capa negra pesada del inquisidor de emprendedores. Eres hija de apocalíptico jinete que anuncia el fin de su propio tiempo, de la existencia misma del que se entrega a ti. Te acompaña un monje siniestro con hoz sin filo y mirada sin brillo pero que escribe sus cartas de futuro sobre lienzos impregnados de carbón y hollín.
Me soltaré de tus brazos para ayudar a otros. Ese pueblo que sufre y espera, que siente y 0calla. Porque tú le colocaste una mordaza a su voz y una venda a sus ojos para que no viera más el camino hacia su redención. Te diré algo vieja susurrante: Nada es permanente, todo cambia, se mueve. El universo es dinámico y eres un grillete en el espíritu del triste prisionero de una depresión colectiva.
Nuestra nación se liberará de ti más temprano que tarde. Porque siempre mientes y eres un espejo sin reflejo, una imagen tenebrosa de la realidad. Ahora será la nueva actitud de los que fueron débiles y el convencimiento de los persistentes lo que nos moverá en la dirección correcta. Dejándote atrás rumiando tu amargura de profeta de lo incierto, de guía en la exploración de lo absurdo. Porque solo la actitud del que se emancipa de sus propios miedos inspira los cambios.
Sé que esta batalla contra lo adverso la lucharemos con el corazón pero la ganaremos con la razón, con la convicción de que podremos lograrlo, la derrota del pesimismo, el destierro del conformismo y el entierro de la sumisión. Lo haremos ya, asumiendo el reto, decidiendo que la incertidumbre no dominará nuestras certezas, conectándonos con el universo de lo posible mientras bebemos de la fuente inagotable de lo imaginable. En el acto sublime del apareamiento con un sueño para fecundar una nueva realidad.
Ella será nuestra Venezuela, libre de su propia esclavitud, insurgente sobre las miserias que sus hijos crearon, desde el poder y ambición de unos y la desunión y renuncia de otros. Porque igual de miserable es el hombre que desprecia el daño que a su paso causa como el que deja su anhelo de superación y se entrega, aun cuando el temor se acreciente en las horas más oscuras de una larga noche.
Al final, al voltear escucharemos tu lamento, pero será tarde solo para ti. Pues con nosotros estará la versión más hermosa de lo que eres, tu hermana de luz, la otra cara de ti misma. La que alumbra cuando los que conducen pierden el rumbo, en la penumbra de la duda, en el frío de la soledad que se siente en una multitud.
Esa que cada vez que sentimos que todo se ha perdido surge nuevamente, poderosa, inspiradora, luminosa y noble, para volver a llenarnos de inspiración y guiarnos hacia adelante, uniéndonos en un solo respiro, una sola voz, en mucho más que una causa en comunión existencial de fe y trascendencia.
Ella, nuestra esperanza.
