Pese a que los más recientes balances gubernamentales dan cuenta de un constante aumento de los contagios de COVID-19, aparentemente como producto de la presencia de la cepa BA.5 omicron en el país, los valencianos siguen mostrándose despreocupados y, por tanto, no están cumpliendo las medidas de bioseguridad que han establecido las autoridades.
Normas como el uso del tapabocas y el distanciamiento social para minimizar la cadena de contagio de la pandemia, que ya lleva dos años azotando al mundo, han sido colectivamente flexibilizadas, al punto que la mayoría no toma en serio la situación.
¿Habrá exceso de confianza en las vacunas inoculadas? ¿En el sistema de inmunización gubernamental? Nada queda claro.
Un recorrido realizado por el reportero gráfico Jacinto Oliveros, por el casco central de Valencia, específicamente en el bulevar Constitución y el cruce de las avenidas Lara y Ferias, da cuenta del caos.
Mascarilla y distanciamiento social, grandes ausentes
La mascarilla está ausente en las aceras, en las paradas, en las unidades de transporte, entre los choferes y colectores, en los establecimientos comerciales, en cualquier lugar.
Y aunque las autoridades policiales suelen recordar que se deben cumplir las normas de bioseguridad, la respuesta de la ciudadanía es hacer caso omiso.
Queda a las autoridades radicalizar el cumplimiento de las medidas, y a la población, retomar la conciencia frente al problema. De lo contrario, el país podría retornar a los primeros días de la pandemia, en los que los contagios se contaban por miles a diario, en que muchas familias perdían a un ser amado y en que todos debían estar confinados, en aras del bien común.