Es preferible llorar a traicionar”

Benedetti.

Nada peor que la relatividad y el reduccionismo, un binomio nocivo, salido de la liquidez y la posmodernidad, la verdad relativa y la superficialidad que devienen torpeza intelectual y del espíritu, en el caso nuestro son el resultado de veintitrés largos años de dominación totalitaria y de imposición de una unidad en el pensamiento, una única realidad, así esta se encuentre reducida al absurdo; las ciencias sociales y humanísticas, especialmente la economía, el derecho, las ciencias políticas y la filosofía pretenden ser sustituidas por formas torvas de pensamiento que acepten por realidad cualquier contradicción o reducción absurda.

Así la frase “Venezuela se está arreglando”, contiene una alarmante carga de mentiras y superficialidades abyectas, pero se incorporan al lenguaje de un ciudadano que aún critico de este estado natural de las cosas, que habiéndose opuesto al dominio total terminan adhiriéndolo a su vocabulario, y con el fin de establecer una crítica o invalidez de la falsa afirmación, terminan validando una narrativa para el control social, no siempre los sarcasmos terminan por desmontar los juicios, en cierto sentido, y sobre todo cuando el lenguaje se ha intoxicado, el sarcasmo puede validar, reforzar o complementar una manera de ver el mundo, un estado de las cosas.

Venezuela experimenta los azotes de una caída del 75% de su producto interior bruto, una diáspora que supera en 500 mil dramas individuales, a la diáspora tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, las heridas de los naufragios para llegar a Trinidad y Tobago, y el trato cruel dado por esos nuestros vecinos insulares, se complementan con los horrores de la selva de Darién, y todavía hay crueles nefelibatas que se atreven a juzgar ese éxodo horrido, casi comparable a un evento bíblico, como ausencia de coraje para quedarse aquí. En lo personal, respeto profundamente a los valientes que salen de Venezuela y deciden olvidarse de lo que fueron, entender que el hogar y la casa ya no existen y desde luego respeto a quienes nos quedamos aquí, bajo el riesgo de cualquier tropelía y el ostracismo y sorna de quienes simulaban estar con nosotros. Es inadmisible que se entablen discusiones bizantinas sobre el rebote, que no recuperación, de la economía venezolana en 2022.

Desde luego hay un rebote a causa de la post pandemia y de la externalidad del evento bélico en Europa Oriental, evento este que resulta una amenaza recesiva para el planeta entero, nadie se ha pasado por el análisis de la coexistencia de este evento global con la frágil y vulnerable economía de esta ex república, sólo importa lo inmediato, la medición del impacto del aumento de precios del petróleo sobre el ingreso, pero no se ausculta la gravosa contracción de la industria petrolera. En junio se produjeron 800 mil barriles menos que en mayo, una cifra de 727.000 bdp, el país está lejos de la promesa fantástica de Nicolás Maduro y sus 2.000.000 de barriles al día, esa promesa es tal desproporción que resulta baladí desmotarla en esta columna, me imagino que el señor Maduro no habrá oído hablar de un incremento promedio ponderado o (IPP), a los fines de que deje de hacer inferencias vacuas y falsas por inexistentes.

Como académico me pregunto ¿Cómo encontraremos estabilidad, sin contar con créditos, servicios públicos y una industria que opera al 20% de su capacidad? la respuesta es simple: sin manufactura, industria y sin servicios públicos no hay ni habrá recuperación, solamente efluvios que gotean a un sector de la población y que que producen iniquidad, por ello puedo afirmar que Venezuela se resignó, sencillamente asumió la autarquía, la supervivencia en un entorno kafkiano, acepto obedecer para poder mal comer, somos un país de marcados contrastes, unos pocos viven como deidades olímpicas, mientras otros rasgan con uñas y dientes bolsas de basura, mueren en las puertas de los hospitales y se educan mal, pues no se pueden movilizar a los centros de educación, aparte que la educación o escuela virtual es un fraude en donde se simula enseñar y aprender, además de que presenta límites con la miseria, ¿De qué manera puede un docente contar con equipos sofisticados si tiene un salario de supervivencia? los estudiantes están en peores condiciones, el naufragio de la escuela es ex ante a la pandemia, esta solo sirvió para indicarnos que adolecemos de planes preventivos y curativos.

Ese veinte por ciento de industrias sobrevivientes, deben competir con las empresas de maletín de los asociados a la revolución, que permite importar sin aranceles toda suerte de bienes y venderlos a precios subvaluados por la costosa política de intervención del Banco Central, que le ha costado a la Republica 2.335 millones de dólares. En medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, nos hemos acostumbrado los médicos y personal sanitario, educadores y profesores universitarios, a recibir las bofetadas del sistema Patria, que no explica que, cuando y como paga, basados en un instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto, que desconoce años de carrera, formación y escalafones; son las diarias bofetadas que recibimos, con la carga de sorna y burla cómplice de quienes creen que están amparados bajo las alas del ave de rapiña que representa este régimen feroz e irascible. Quienes hoy hacen bromas y chascarrillos con los opresores que no se sientan libres de su furia, por el contrario, serán sus primeras víctimas, las revoluciones son implacables con sus adláteres y pronto serán engullidos por esta antinomia.

NO estamos bien si nueve de cada diez venezolanos gasta todo en pseudo alimentarse, si secundamos a la desdichada Haití en prevalencia de hambre; no estamos mejor sin servicios públicos, sin créditos y con una industria y manufactura en el suelo, somos un fardo palpitante de dolor, nuestra banca es la más pequeña de la región, en teoría solo prestamos 13 bolívares de cada cien que circulan en el sistema y ostentamos aun una altísima inflación, con el riesgo de un rebote hacia la hiperinflación.

Finalmente, no nos arreglamos, nos resignamos; algunos a no denunciar y a callar, en lo personal, a pesar de hacer sentir prurito a quienes representan a este modelo opresor, seguiré denunciando y llamando a las cosas tal cual son, yo soy dueño de mi relato y este es dueño de mi acción, en tal sentido, no tengo porque hacer sorna, bromas y mostrarme indolente con tanto dolor, mi condición de profesor me lo impide, cada cual con su faena, la de algunos adular, la mía y la de cientos denunciar, y sobre todo no resignarnos, se educa con el ejemplo también, y como profesor de Economía les indico que aquí no hay mejoría, sino asimetría, crueldad, traición e indolencia, la historia juzga y sabe cribar entre dignos y tartufos.

Venezuela no se arreglará mientras esté en manos de fuerzas impías, que solo pretenden permanecer en el poder para hacer del erario su botín personal, contando con el aval y la venia de los cohabitantes, por quienes hay que sentir conmiseración, un sentimiento más allá de la lástima, pues más temprano que tarde serán víctimas de la irascibilidad de esta revolución inmisericorde, no nos rendimos y menos nos callamos y en su lugar y por encima de ellos continuaremos denunciando, con altura y sin caer en la herrumbre escatológica de agredir a personas, por el contrario atacando las posturas ideológicas, las posturas políticas, pero respetando al ser, eso nos dignifica y nos separa de estos que se hicieron del poder para amedrentar.

En una exacta foto del diario, señor Ministro del imposible

vi en plena risa y en plana euforia y en pleno gozo su rostro simple

seré curioso señor ministro ¿De qué se ríe?”

Mario Bennett.




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