Regresan los diálogos ¿o las negociaciones? entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana. Este sábado 26 de noviembre. De nuevo en México; más de un año después de las rondas iniciales que fueron suspendidas por el oficialismo en agosto de 2021 a cuenta de la extradición de Alex Saab. Ahora, para sacarse un poco la espina y seguir insistiendo en la liberación del “diplomático” colombiano que supuestamente representaba a Venezuela, la esposa de Saab formará parte de la delegación del gobierno, a pesar de su exigua experiencia en este tipo de conversatorios.

La interrogación del párrafo anterior se refiere a que las palabras diálogo y negociación se están usando indistintamente para describir el encuentro, cuando resulta que son términos muy diferentes. Un diálogo puede ser casi cualquier cosa, desde una conversa enfrente de unas birras hasta un debate de altura sobre temas filosóficos. Pero un diálogo no tiene porqué resultar en acuerdos ni en acercamientos de síntesis ni en nada concreto que se pueda firmar en un papel y comprometa a los dialogantes. Una negociación es otra cosa; en una negociación las partes acuden con una colección de temas de discusión para, al final, ceder posiciones a cambio de que el otro entregue parte de sus barajitas y ambos puedan salir diciendo que sacaron ventaja (o que ganaron los dos).

Hasta ahora, lo que ha habido entre gobierno y oposición han sido diálogos. En Caracas, República Dominicana, Oslo, Barbados o México, y bajo el patrocinio de españoles, dominicanos o noruegos ninguna de las partes ha cedido prácticamente nada. La oposición ha pedido amnistía para los presos políticos y el régimen ha liberado a dos o tres para al mismo tiempo encarcelar a tres o cuatro. Las sanciones siguen vigentes, con pequeñas excepciones. Las políticas económicas van por el mismo camino que hace 20 años y las libertades siguen tan ausentes como estaban después de las primeras reuniones (preguntarle a los dueños de emisoras de radio). La gente sigue pasando estrecheces –excepto por algo como el 3% de la población- y no hay ningún síntoma relevante de recuperación de la calidad de vida, la alimentación, la salud y el acceso a los servicios básicos. En otras palabras, el régimen no ha movido un dedo hacia el regreso a la democracia ni a la apertura de la economía y la oposición tampoco se ha movido, para empezar porque no tiene muchas barajitas que entregar y porque muchas de las concesiones no dependen de ella sino de lo que hagan los otros, como es el caso de las sanciones.

Y aquí seguimos, de nuevo con la mediación de los noruegos y supuestamente precedidos por unas conversaciones “exhaustivas” que han venido ocurriendo en Venezuela sobre “un acuerdo social para la protección del pueblo”, según un comunicado oficialista. Un acuerdo, dice el régimen, que busca «crear un mecanismo práctico, dirigido a abordar necesidades sociales vitales y atender problemas de servicios públicos, con base en la recuperación de recursos legítimos, propiedad del Estado venezolano, que hoy se encuentran bloqueados en el sistema financiero internacional».

La posición del gobierno está bastante clara, de acuerdo con el comunicado. Sin hacer mención a lo que estaría dispuesto a ceder (si es que hay algo), argumenta una vez más que el dinero inmovilizado por las sanciones debe ser devuelto a la administración porque será utilizado en el bienestar del pueblo, en los sistemas educativos y de salud y en los servicios básicos. Precisamente las áreas en las que el chavismo ha fracasado de forma más rotunda durante su gestión, a pesar del millón de millones de dólares que recibió por exportaciones durante las pasadas dos décadas.

No sabemos si la oposición tiene sus objetivos tan presentes. Aparte de querer asegurar unas elecciones limpias en 2024 y lograr la liberación de los presos políticos, no hay más cosas que se distingan en la canasta de Blyde y su delegación. No sabemos hasta dónde hay autonomía para negociar las sanciones ni que se pediría a cambio, con el agravante de que el régimen no se puede permitir ceder posiciones de poder real porque en eso se le va la vida. Estas reuniones, por lo que pintan, van a ser de diálogo.




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