El 11 de abril de 1813, veinte días después del primer combate, vuelve Lorenzo de la Hoz, gobernador de Barcelona, con apoyo del Teniente Coronel Remigio Bobadilla, unidos a 1600 hombres y atacan a Maturín; tierra de próceres independentistas, que al frente del joven paladín General en Jefe Manuel Piar, rechazó nuevamente las pretensiones de los realistas de apoderarse de la ciudad del Guarapiche, saliendo con grandes pérdidas en armas y soldados. Allí se dejaron las huellas plasmadas de los trazos revolucionarios con apenas 500 soldados, volviendo a enaltecer los paradigmas de la libertad, y hacer brillar el Oriente de Venezuela desde Maturín, que lo aclama y lo identifica en el contexto de la ciudad, “Resistir con Valor”, porque los jefes militares lograron organizar batallones dirigidos a objetivos específicos, soldados fusileros y pertrechados de municiones, obtenidas de la primera refriega.

Según los autores estudiados Pedro Urquinaona y Pardo, 1820; José Domingo Díaz, 1829, médico venezolano al servicio de los realistas; Rafael María Baralt, 1841, quien para 1830 había alcanzado el grado de Oficial del Estado Mayor y Secretario del General Santiago Mariño; y Ovidio Figueroa Salazar 1993; nos hacen ver la capacidad de organización de los principales jefes Manuel Piar y Francisco Azcúe, para poder resistir la embestida de 1600 hombres bien armados y disciplinados. Aquí al Norte de Maturín donde está actualmente el puente del río Guarapiche y sus aledaños, fueron combatidos y dispersados, el primero de ellos en retirarse fue de la Hoz, y avanzó el temible Zuazola que también fue derrotado, así que Maturín, tierra emblemática del Guarapiche, sintetizó el verdor de sus llanuras y el vabrío afán libertario, recorrida por héroes por esta encrucijada vital del coraje revolucionaria del siglo XIX.

Monteverde viéndose abrumado por las acciones bélicas en toda Venezuela, hizo público el 15 de marzo un Despacho del Secretario de Guerra, que hasta entonces había tenido oculto, según Baralt y Díaz. 1841.” Consistía el tal plan en pasar a cuchillo todos los insurgentes pertinaces que osasen resistir con las armas a las tropas del Rey. Los que hubiesen admitidos empleos o cooperados de cualquier modo a sostener la revolución, debían ser juzgados como reos de estado y condenados al último suplicio”.

Este plan de Monteverde, fue aprobado por la monarquía española, lo que dio pie a que el Capitán General siguiera atropellando, confiscando, hasta que los sucesos de Maturín que tuvieron repercusión en todo el Oriente, llegaron a distraerle de sus acciones represivas, en ese sentido Eduardo Blanco, en su libro Venezuela Heroica. 1883. Dice: “¡Maturín era el baluarte de los republicanos en la parte Oriental de Venezuela, contra el cual se estrellaron hasta entonces, los mayores esfuerzos de los jefes realistas! Sus baterías sirvieron a Piar de pedestal, y lo elevaron a la altura de nuestros capitanes más insignes; ellas ilustran al joven paladín el 20 de marzo de 1813, con la victoria alcanzada contra Lorenzo de la Hoz, y su aliado Zuazola. Un mes más tarde, con el rechazo que vuelve a padecer el propio gobernador de Barcelona, unido a Bobadilla”.

La resistencia consecutiva de dos batallas heroicas, marca especial reconocimiento a los esfuerzos de patriotas que llegaron a la ciudad, y no iban a dejarse a rebatar su posicionamiento en la Sultana del Guarapiche, que configuró su propia libertad con sudor, lágrima y sangre en el largo camino de la Independencia venezolana, que recoge las virtudes de sus héroes en el campo de batallas, como lo pregona su himno: hoy tu nombre se alza hasta el cielo victorioso ¡Viva Maturín!

Igualmente el Maestro Pedro Elías Marcano, quien editó su libro en 1909, nos refiere sobre esta segunda batalla, al entrevistar personas, 98 años después: “Piar, toma la ofensiva: a la cabeza de sus jinetes, apoyándose en las dos alas de la infantería, sus cañones empiezan la pelea, y él cae como terrible y violento torbellino sobre las contrarias divisiones, obteniendo en breve tiempo un resultado de tanta magnitud, que de la Hoz y Bobadilla, casi solo volvieron espantados para Aragua”.

Esta segunda batalla destaca a todos los vientos el valor heroico del pueblo de Maturín, porque supo mantener su altura de guerreros, contribuyendo de manera significativa en los planes trazados por Santiago Mariño en cuanto a la invasión de Oriente ya que, sus fieles compañeros José Francisco Bermúdez, y Manuel Valdés entre otros, se encontraban sitiados en la Península de Paria por realistas españoles en la cercanía a la capital de la provincia de Cumaná, donde solo podían movilizarse hacia Güiria  e Irapa. Así que los triunfos de Manuel Piar y Francisco Azcúe en Maturín, era un aliento de libertad y soberanía en lo que se daba a conocer como las espaldas de Cumaná.

Así que Maturín, en la primera y segunda batalla empezaba a tomar renombre, como estructura fortificada por valientes soldados republicanos, que recibían el apoyo incondicional de la sociedad civil. Maturín seguiría figurando como expresión de fuerza y resistencia en el Oriente, gracias al espíritu victorioso del General Manuel Piar, por lo que la ciudad toma renombre, prestigio y pertrechos de guerra; pero lo más importante es que demostraban con estas dos primeras batallas, que los jefes realistas en el Oriente eran derrotables a pesar de sus grandes ejércitos.




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