Ismael Guevara

Tigres de Aragua regresó al sitial que no hace mucho ocupaba de manera constante: ser monarca del beisbol venezolano. Luego de vencer a Navegantes del Magallanes con global de cuatro triunfos a dos en la final de la LVBP, el elenco aragüeño volvió a instaurarse como el jefe supremo de nuestra pelota rentada, jn estatus que en lo absoluto le es extraño.

Con el título alcanzado el pasado miércoles, los bengalíes consiguieron la décima diadema para sus vitrinas y la séptima desde el año 2003 con lo que se ratifican como el equipo más exitoso en la época reciente del principal pasatiempo deportivo en Venezuela.

Luego de caer en los dos primeros compromisos, Tigres revivió como el “Ave Fénix” en el tercero de la serie con una remontada de antología que no solo les valió sacudirse el dominio magallanero hasta ese momento, sino que a la postre terminó siendo el empuje definitivo para que de allí en adelante sumaran cuatro triunfos consecutivos para proclamarse campeón de la campaña 2015-2016.

Sin duda que, la forma en la que los Tigres lograron venir de atrás ante los lanzamientos de Hassan Pena en el tercer duelo de la final fue algo de lo que nunca se pudo recuperar el conjunto naviero. De ahí en adelante se vio a un equipo que con el pasar de los partidos no conseguía la forma de levantar los ánimos y terminó sucumbiendo en cuatro juegos corridos, amén de una ofensiva que si bien estuvo algo apagada en el inicio de la instancia decisiva, luego no dejo de producir.

En líneas generales, el conjunto felino siempre se mostró como uno de los más consistentes de la liga. Culminó en la tercera casilla en la ronda regular y posteriormente en la postemporada, mostraron su capacidad y dejaron en el camino primeramente a Bravos de Margarita, el equipo revelación de la campaña, y seguidamente a un Tiburones de La Guaira que fuguraba como fuerte aspirante al gallardete.

Ya la generación exitosa con Buddy Bailey a cargo queda como un recuerdo importante pero la nueva versión campeonil de Tigres de Aragua tiene elementos propios que la distinguen.  De la mano de Carlos Guillén y el resto del cuerpo gerencial, la cara de los Tigres ha sido modificada. Ya no cuentan con la experiencia de ese grupo llamado “Equipo de la Década”, pero sí con una enorme cantidad de talento joven que los pudo regresar a lo más alto.

Piezas como Eduardo Escobar, Sandy León, Hernán Pérez, Josmil Pinto, Teodoro Martínez recibieron la confianza de la directiva y cumplieron a cabalidad. Además, la llegada de Eduardo Pérez le entregó ese ADN ganador que habían perdido las últimas temporadas y que se sintió desde el primer momento que el ex receptor tomó las riendas del equipo.

A todo esto se le suma la destreza mostrada desde las oficinas para maniobrar y estructurar la mejor plantilla posible, en especial durante los playoffs cuando se debió trabajar sobre la marcha debido a lesiones y partidas de algunas piezas claves.

Jorge “Chato” Vásquez, Dariel Álvarez, Alfredo Marte, Jesús Arredondo, Tony Pena Jr. y José Oyervides, fueron algunos de los importados que fueron incorporados en los últimos días, y los mismos que llevaron al equipo a otro nivel.




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