Ni los extranjeros presos que se encuentran bajo custodia del Estado venezolano, escapan a la situación de violación de derechos humanos que afecta al resto de la población penal.
En el Centro de Formación de Hombres Nuevos Simón Bolívar, ostentoso nombre que define el antiguo anexo de mujeres que estaba al lado de la cárcel de La Planta, en El Paraíso, la cual fue cerrada, conviven aproximadamente 100 ciudadanos de diferentes nacionalidades, procesados por delitos relacionados con drogas.
Hay, entre otros, ecuatorianos, peruanos, colombianos, haitianos y mexicanos.
Por no contar con familiares, no tienen quien los visite ni les lleve comida. Familiares de algunos presos que temporalmente son recluidos en La Planta por motivos de enfermedad, o casos especiales, les ayudan dándoles comida.
En la prisión reciben una alimentación con bajos niveles calóricos y proteicos. Todos los días comen granos, algunas veces con arroz y otras con pasta, pero sin proteínas. Una vez al mes, les dan una pieza de pollo.
Según conoció el Observatorio Venezolano de Prisiones, muchos de los presos han bajado de peso, aunque no se ha reportado ningún caso de desnutrición.
Pero tienen alguna ventaja, y es que no sufren de hacinamiento, aunque no pueden asomarse a las ventanas. Las celdas son de 5×5 metros y hay un preso en cada celda.