Si mi padre no hubiera viajado a Venezuela para quedarse, yo no habría existido. Tal vez se hubiese casado con una alemana en Hamburgo y habría tenido un hijo con el nombre de su tío favorito. Sería luterano, como él. O sea que existo, soy venezolano y católico porque se conjugaron el viaje de mi padre, contratado por una empresa alemana para trabajar en Venezuela, y el haber conocido a mi madre venezolana y juntos haber fundado una familia que a la larga ha venido a ser numerosa. Soy católico porque mi madre lo era, y para que mi padre pudiera casarse con ella cristianamente, debió aceptar ciertos compromisos con la Iglesia católica. Pero creo firmemente en la libertad de credos y en la tolerancia entre quienes profesan distintas religiones y adoran a diferentes dioses. Aclarado esto, paso a comentar un hecho que ha escandalizado a más de uno, a través de un video que ha sido muchas veces difundido por las redes sociales.

Se trata de una procesión o manifestaciónde mujeres islamitas por las calles de Puerto La Cruz, vistiendo sus clásicas burqas, según muestra el video (que ni sabe uno si es verídico o trucado) aunque no se escuchan voces o consignas que ayuden a determinar el objeto o fin del movimiento, podría ser alguna procesión, como la de los católicos cuando sacan a pasear a la Virgen o al Nazareno por las calles, alguna protesta por igualdad de derechos o contra alguna forma de discriminación, o simplemente que el conglomerado de seguidoras de Mahoma iba para alguna parte. Como dijo “Groucho” Marx: “Si te cruzas con un gato negro, es porque él va para algún lado, como tú”. Muchos han expresado indignación, alarma o rechazo a tal desfile de musulmanas, Corán en mano, olvidando que nuestra Constitución consagra la libertad de cultos siempre y cuando sus ritos y práctica “no se opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público”. Es “vox populi” que esa muestra de tolerancia no siempre es retribuida, y son precisamente los fieles de Alá quienes rechazan la construcción de iglesias católicas o de otra religión cristiana en países donde sus dirigentes y la mayoría de su población profesan la fe en Alá y Mahoma, peroexigen se les permita construir sus mezquitas en cualquier lugar donde se radican. Y los católicos, que se rasgan las vestiduras ante estos intentos por implantar religiones distintas a la nuestra, olvidan la Historia y sus casos de imposición de la fe cristiana en regiones “herejes”, como las Cruzadas y la conquista de América, o las hogueras donde moría quien propusiese ideas innovadoras en la Europa feudal.

Pero, en todo caso, los islamitas tienen el derecho constitucional de practicar su religión en Venezuela. A lo que no tienen derecho es a hacer exclusivo el acceso a sus playas, como se hizo creer en un video difundido a través de una red social. Video falso, según aclaró la Alcaldía del Municipio Maneiro (Porlamar). Pero la crispación y sensibilidad que ha generado el régimen, con sus mensajes de odio y discriminación entre los venezolanos, ha logrado que creamos en cualquier dislate que se le ocurra a algún irresponsable armado de un celular, como que los musulmanes, quienes desde la Primera Guerra Mundial han hecho de Venezuela su segunda patria, y otros que han tomado a nuestra “Perla del Caribe” como destino turístico, no puedan contemplar a otras mujeres más que a las suyas, batallando con las olas envueltas en mantos desde la cabeza hasta los tobillos.
Cero bikinis o tangas, mucho menos “topless”.




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