Kilo y medio de pasta por 55 mil bolívares, estaban vendiendo este jueves en un local comercial ubicado cerca de la intersección de las calles Escalona y Cantaura de la parroquia La Candelaria, pero lo cola era tal que llegaba a la calle Silva. La gente estaba desesperada por poder llevar comida a su casa.
Los gritos y apretujones entre potenciales compradores alertaban a los transeúntes de que algo inusual estaba ocurriendo. Frente al negocio varios funcionarios policiales y de la Guardia Nacional intentaban mantener el orden, pero a media mañana todavía no se había comenzado a vender.
Según se conoció, los primeros clientes comenzaron a llegar poco después de las seis de la mañana, porque en días anteriores se ha vendido con normalidad, pero esta vez había mucha presencia de representantes de organismos del Estado. Además de la cola, había un buen número de personas en la acera del frente, esperando la oportunidad para comprar.
La gente estaba impaciente y como se sospechaba que la pasta no iba a alcanzar para todos, un buen número de compradores se aglomeró en la puerta del establecimiento. El periodista de El Carabobeño, Armando Díaz, se dispuso a tomar unas fotografías de lo que estaba ocurriendo, pero esto molestó de sobremanera a uno de los guardias, quien lo conminó a entregar el teléfono celular.
El comunicador social se negó a la petición del efectivo militar, quien además argumentaba que tenían que pedirle permiso para tomar fotos. Ante la insistencia y amedrentamiento del funcionario, la gente que estaba esperando para comprar salió en defensa del joven periodista.
“Déjalo que tome fotos, que el mundo sepa que en Venezuela hay hambre”, gritaba a todo pulmón una señora. Mientras que los demás lo apoyaban en su negativa de entregar el teléfono. El alboroto que se formó fue tan mayúsculo, que el guardia tuvo que dejar tranquilo al periodista que había documentado lo que estaba ocurriendo.