El presidente de Chipre, el conservador Nikos Anastasiadis, ganó la primera vuelta de las elecciones, con el 35,50 % de los votos, y se enfrentará el próximo domingo a Stavros Malás, el candidato independiente respaldado por el partido comunista, quien obtuvo el 30,25 %.

Anastasiadis anunció que, en caso de ganar la próxima ronda, estará dispuesto a formar un Gobierno de amplia concentración, con el objetivo de seguir afianzando las políticas de los últimos años, «sin experimentos» y sin volver hacia el pasado, «a políticas dogmáticas» y «callejones sin salida».

Con ello se refirió directamente a Malás, su contrincante del próximo domingo, quien a pesar de no pertenecer a AKEL, ha sido respaldado por este partido, que, según recalcó Anastasiadis, fue el que llevó Chipre a la crisis.

En su comparecencia tras conocerse el resultado final, Malás afirmó que su objetivo es sentar las bases para lograr la unidad nacional y mejorar la economía del país en provecho de todos los ciudadanos.

Malás aludió a las recientes elecciones parlamentarias en la autodenominada República Turca del Norte de Chipre y celebró que finalmente los ciudadanos «dijeron no a la ocupación y nos enviaron un mensaje claro de que entre la comunidad turcochipriota hay un potencial fuerte para reunificar nuestro país».

El líder del partido de centroderecha DIKO, Nikolas Papadópulos, que ha recibido también el apoyo del socialista EDEK, del Movimiento de Ecologistas y de otras pequeñas formaciones, se situó en tercera posición con el 25,74 % de los sufragios y quedó, por tanto, fuera de la carrera electoral.

En el cuarto lugar de las nueve candidaturas presentadas se colocó a mucha distancia el líder del partido ultraderechista ELAM, Jristos Jristú, con el 5,65 %.

ELAM es a Chipre lo que el Amanecer Dorado es a Grecia, una formación de corte claramente neonazi.

Según los datos del Ministerio chipriota de Interior, la participación electoral alcanzó el 71,9 %, claramente por debajo del 83,14 % de 2013.

Un total de 550.876 personas estaban convocadas a las urnas para elegir al nuevo presidente de la República por un mandato de cinco años.

Las elecciones presidenciales, las decimoterceras en la historia de Chipre, se han celebrado en un momento crítico en las conversaciones para la reunificación de la isla, tras el fracaso el verano pasado de las negociaciones.

Al mismo tiempo, eran las primeras tras la crisis económica que hace cinco años llevó a la imposición del primer «corralito» financiero en un país de la Unión Europea (UE) y a la firma de un rescate de las finanzas de la isla.

Durante su campaña, Anastasiadis centró su mensaje en insistir que Chipre le necesita como presidente para poder concluir dos proyectos cruciales: la reconstrucción económica del país y la reunificación de la isla.

El líder conservador se enorgullece de que, bajo su mandato, Chipre cerró con éxito el programa de asistencia financiera y volvió a la senda del crecimiento económico, con un incremento del PIB del 3,9 % en 2017, el más alto en la Unión Europea.

Malás, por su parte, ha reprochado a Anastasiadis que durante su mandato han aumentado las desigualdades sociales y le ha recordado que la cartera morosa de los bancos sigue siendo extremadamente elevada, a pesar del rescate.

Si bien los sondeos daban a Anastasiadis también como vencedor de la segunda vuelta, algunos analistas consideran que la suerte todavía no está echada y todo dependerá de las posibles alianzas que se formen entre los candidatos descartados.

Papadópulos evitó hoy hacer una recomendación a sus votantes y se limitó a señalar que se pronunciará en los próximos días.

El traspaso de votos de Papadópulos a Malás no se plantea fácil, a pesar de que ambos coinciden en su crítica a la política económica de Anastasiadis, aunque desde distintas perspectivas.

La razón es la oposición radical de los seguidores de Papadópulos a la posición de Malás respecto al proceso de paz de la isla.

Malás es partidario de una federación bicomunal y bizonal, tal y como ha defendido también Anastasiadis.

Papadópulos y las formaciones políticas que le apoyaron optan por una línea mucho más dura frente a los turcochipriotas y a Turquía.




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