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Foto referencial cortesía Crónica Uno.

En enero de 2022 la maestra Marlene Querales pudo volver a pasearse por los pupitres y observar los cuadernos de sus alumnos, pero lo que vio le preocupó. Aglutinaban palabras, el tamaño de las letras no era uniforme y algunos hasta escribían de izquierda a derecha.

Tenían un año y nueve meses que estudiaban desde sus casas por la pandemia de COVID-19 y no habían desarrollado la motricidad fina y el dominio oculomotriz como era esperado a su edad.

Los niños que están en segundo grado podrían estar en preescolar en el tercer grupo, dijo en un desahogo.

Querales es profesora de básica de la Unidad Educativa Distrital Manuel Antonio Carreño, en El Paraíso. De acuerdo con la docente el principal reto en el año escolar 2022-2023 fue nivelar a los estudiantes en las áreas esenciales. En todos los niveles de matemáticas a los estudiantes les costaba resolver operaciones básicas; y en lenguaje, había deficiencias en la lectura fluida.

Se ha comprobado que el estudiante a distancia no adquiere los mismos conocimientos que cuando tiene la interacción entre su maestra y sus pares de estudiantes, expresó.

Foto cortesía Luís Morillo Crónica Uno.

Al retomar la asistencia presencial no se incorporaron todos los estudiantes al mismo tiempo lo cual retrasaba las actividades de nivelación. Por eso no se pudo lograr 100 % del plan anual.

Querales afirmó que solo la mitad de los padres enviaron a sus hijos a asistir masivamente a la escuela y al resto se le atendía con el uso de herramientas digitales. Los representantes argumentaban que temían por las medidas de bioseguridad.

A veces le daban más importancia a eso que al proceso educativo.

La tarea de enseñar a los hijos

El 16 de septiembre de 2020 el Ejecutivo suspendió las clases presenciales para evitar el contagio del nuevo coronavirus. La actividad escolar no paró; sin embargo, el aprendizaje pasó a depender cada vez más de la atención de los padres a las tareas enviadas.

Las actividades se realizaban pero sin claros indicios de quiénes la hicieron. Cuando las escuelas retomaron la presencialidad, las docentes sospecharon que no habían sido los estudiantes, porque no habían adquirido un aprendizaje significativo.

En tiempos de pandemia a veces buscaban personas de tareas dirigidas o acudían a sus mamás porque no tenían ganas de estudiar, o no sabían leer y escribir. Eso creaba más debilidades de las que teníamos ya, expresó Querales.

Dulce Blanco, directora de la escuela distrital, llamó la atención sobre los niños que no tuvieron ayuda.

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Foto Luis Morillo cortesía Crónica Uno.

En su opinión, la desatención de los padres se debe muchas veces a las condiciones de trabajo, que no les permiten brindar suficiente apoyo. Sin embargo, la desigualdad entre el conocimiento de los estudiantes también puede ser explicada por razones económicas.

A todo nivel hay un problema de conectividad a internet”, así como personas sin equipos tecnológicos, agregó.

La directora dio la instrucción de usar los videos como estrategia de enseñanza. Pensaba que si los docentes se grababan en el plantel, esto motivaría a sus estudiantes en las casas.

Algunas instituciones elaboraron papelógrafos con el cronograma educativo para vencer esta barrera. En el caso del Manuel Antonio Carreño, los docentes elaboraron las guías y las tenían a disposición en el plantel. También había asesoría pedagógica.

Año escolar se fue en nivelar a estudiantes

A pesar de la dificultad inicial, ambas docentes coinciden en que la presencialidad trajo mejoras. Entre la nivelación, que suele ser la primera semana de clases en septiembre, pero esta vez fue en enero, y los refuerzos del contenido antes de finalizar el período, el año lectivo 2021-2022 transcurrió entre repasos.

El diagnóstico permitió adecuarnos al grupo y atenderlos pedagógicamente en las áreas básicas, incluyendo el aprendizaje global o integral. Es decir, que con una actividad podía dar matemática, lenguaje, ciencia y sociales para que los estudiantes pudieran adquirir escritura, lectura, comprensión lectora y todo eso nos permitía un sinfín de cosas, enumeró Querales.

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Foto cortesía Luis Morillo/Crónica Uno.

Sin embargo, “quedó mucho contenido por dar y muchas cosas que según el grado el estudiante debió haber adquirido”.

No solo en las escuelas públicas. En una actividad virtual convocada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) el presidente de la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Privada (Andiep), Fausto Romeo, comentó que este año no nos sentían satisfechos.

Marta Piñango, directora de Fe y Alegría Luis María Olasso, en el sector La Pradera de parroquia La Vega, coincidió en que los niños no habían avanzado en las competencias deseadas durante la pandemia por la intromisión de los padres. Así dijo en el foro Desafíos de la Educación Venezolana Postpandemia.

En su colegio se implementaron las lecturas cronometradas para fortalecer las actividades de lenguaje.

También mencionó que la red de educación popular Fe y Alegría impulsó actividades que permitían a los papás fortalecer el acompañamiento socioemocional de sus hijos para bajar el nivel de estrés.

Necesidades de atención al estudiantado

Convencer a los padres de retomar la presencialidad por el temor al contagio dejó a los docentes una reflexión para el año escolar siguiente: ¿De qué manera haremos atractiva la educación para que los niños se mantengan en la escuela?.

Cómo hacer que la comunidad sepa que sus niños van a ser atendidos, cuidados y que les vamos a facilitar los procesos de aprendizaje, profundizó Piñango.

En la reflexión del foro de la UCAB se tomó en cuenta las condiciones de pobreza que excluyen a los niños y adolescentes del sistema escolar.

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Foto cortesía Sulay García/Crónica Uno

En el caso del colegio en La Vega, que cuenta con comedor escolar a partir del 21 de septiembre retomaron clases presenciales y la matrícula aumentó por los platos servidos.

Pero en las escuelas públicas de la capital, donde en su mayoría cesó el Programa de Alimentación Escolar (PAE), 28 % de la matrícula dejó de asistir por falta de alimentos.

La última Encuesta del Sistema Escolar Venezolano ofrece estos datos:

  • 80 % de los estudiantes van a pie a clases y 28 % deja de asistir por falta de alimento
  • 80 % de los estudiantes solo asisten a clases 2 o 3 días y no se trabajan las cinco horas diarias
  • Casi 7 de cada 10 estudiantes de tercer grado tienen un rezago importante de lectura, más del 40 % solo leyó 64 palabras por minuto cuando deberían leer entre 85 y 90.

Aunado a esta realidad la Federación Venezolana de Maestros (FVM) contabilizó 50 % de déficit de docentes en el país.

Según Oscar Iván Rose, director de Con la Escuela, devolver la presencia del alumno es la piedra fundacional de lo que hay que hacer. Pero los foristas coincidieron en exigir al Ministerio de Educación y el Gobierno las condiciones mínimas para el reinicio del año siguiente.

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