Es sábado 21 de abril de 2018. El reloj marca las 10 de la noche. Por segunda vez en el día, Corpoelec baja el breque y deja oscuras el sector La Macandona, de la parroquia Raúl Leoni de Maracaibo, como a  otros tantos  lugares de las 18 parroquias constitutivas de la capital del estado Zulia. Todo queda en penumbras y los 400 habitantes de esa urbanización sienten que de nuevo se les vulnera su calidad de vida al quitárseles el derecho de dormir en paz y tranquilidad. Están hastiados de que la empresa eléctrica no respete el cronograma de cortes que publicó en los periódicos de circulación regional y nacional, sino que deje sus hogares sin  electricidad de forma arbitraria y en variadas ocasiones, sin medir el impacto social que ese problema ha originado en la colectividad.           La oscuridad se apodera de esa parte de Maracaibo y enseguida se escucha el toque de las cacerolas por parte de los vecinos, como una forma de protesta y desaprobación  a  esos apagones y bajones eléctricos constantes que cotidianamente les diezma su vivir.

El sonido de las tapas de las ollas retumbó en muchas de las calles de ese  sector y al parecer ese accionar vecinal fue denunciado por alguien en las esferas del poder regional o local. Quizá un camarada  escamoteado difundió la novedad y la venganza revolucionaria no se hizo esperar.  Fue la respuesta a esa exigencia vecinal a Corpoelec de ya no más desidia e ingobernabilidad. A las 12 de la madrugada de ese sábado, grupos delictivos se apostaron en la vía principal de La Macandona y empezaron a disparar   como para  demostrar a los vecinos que les espera si protestan nuevamente por una medida gubernamental. Eso no les bastó. Esos tiros fueron insuficientes para expresar su odio social y su intolerancia a la crítica.  Prendieron fuego a todas las bolsas de desechos sólidos  no recogidas desde que el Tribunal Supremo de Justicia le traspasó al entonces gobernador Francisco Javier Arias Cárdenas la recolección de desechos domiciliarios, con el simple propósito de debilitar la gestión ya desgastada de la alcaldesa Evelyn Trejo de Rosales e impedir que ganase en la elección de alcaldes, realizada el pasado 10 de diciembre de 2017.

Con esa quema causaron un grave problema ambiental  en medio de la oscuridad. Atentaron, igualmente contra la salud de los habitantes de ese sector, porque los gases desprendidos de una quema de desechos sólidos son venenosos. Delitos que quedarán impunes, pues la noche y la conexión con políticos en las esferas del gobierno los absolverá. Abuso de poder.  Gente que actúa fuera de la ley. Hombres y mujeres que al parecer tienen licencia para  hacer y deshacer en nombre de la defensa de la revolución. La policía no portó por el lugar.  Aunque los vecinos se comunicaron con las autoridades para denunciar, la respuesta es que no hay vehículos para patrullar. Tampoco hay  funcionarios uniformados suficientes para esas tareas, por cuanto la mayoría ha desertado y huido del país.

Los funcionarios de Corpoelec no oyen cacerolas ni reclamos. Continúan apagando la electricidad en Maracaibo por más tiempo prolongado. No les bastó ese sábado 21 dejar sin el servicio a los marabinos por más de tres horas durante el día y otras tres o cuatro  en horas en la noche. El miércoles 18 de abril, en horas de la noche, también,  sin previo aviso, quitaron el servicio eléctrico por más de 18 horas, sin considerar que el día anterior habían hecho dos cortes de cuatro y  ocho horas. No conformes con eso, el domingo 22, a las 9:30 pm, igualmente, bajaron el breque,  pero en esta oportunidad por 19  horas, pues el servicio se restableció pasadas las 4 de la tarde del lunes 23, con constantes bajones.

Lo trágico de todo esto es que cada vez que dejan sin luz eléctrica a los habitantes de La Macandona, en Maracaibo, le están restando la vida a Delia Nohemi, quien tiene un cárcel terminal y recibe tratamiento de quimioterapia desde hace 11 meses atrás cuando le descubrieron y diagnosticaron  un tumor maligno en el útero con metástasis Son más de 20 quimios que ha recibido. Su cabello ya no está. Tampoco su lozanía y fuerza física. Sólo la fe de que ese tratamiento destruirá todas esas células no benignas desarrolladas en su saco fértil que hace más de tres décadas le bendijo con tres descendientes que hoy no pueden acompañarla en esta tribulación, porque al igual que otros tantos venezolanos huyeron hacia otras latitudes del terror del Socialismo del Siglo XXI.

Desde que la soberbia e inconciencia ciudadana se impuso en el racionamiento eléctrico efectuado en el estado Zulia, las horas de sueño de Delia Nohemi se han distorsionado. Cada noche, su descanso se ve frustrado por un nuevo apagón. Eso le resta fuerza y ánimo para continuar con el fuerte tratatamiento al cual está sometido para vencer ese cáncer que le mantiene débil, frágil y de un color que indica que su hemoglobina y plaquetas están bajas.

Cada día, su expresión es ¡ Dios, otra vez  no hay electricidad! Aunque a veces Delia Nohemi cree que ya la luz eléctrica no se irá más porque   en la mañana de ese día   ya se fue  por tres o cuatro horas, en la tarde y en la noche tiene que someterse a otro apagón por tres horas o cuatro horas más, realizado  sin  ningún  aviso ni previa planificación. Un nuevo apagón sin que los técnicos de   Corpoelec sepan que cada vez que  bajan el breque y dejan la casa de Delia Nohemí sin servicio eléctrico, prácticamente le  están aniquilando. La están matando,  porque si no hay electricidad, no hay aire acondicionado y sin aire acondicionado hay calor, un enemigo mortal para todo paciente que se le administre quimioterapia o se le haga diálisis, radiaciones o cumpla  otro tratamiento para enfrentar  una enfermedad de alto riesgo.

Ante su delicado cuadro clínico, Delia Nohemi debe pasar sus días en completo sosiego. Sin angustias. Sin tribulaciones.  El calor no puede encunarse en el cuarto donde descansa y duerme como huésped, porque las altas temperaturas debilitan aún más su cuerpo enfermo. Le producen náuseas e hipoglicemia y otras patologías que recrudecen su malestar, hasta el punto de  acelerar su partida por un paro respiratorio o del corazón.

Condiciones que Delia Nohemi hoy no puede alcanzar en la Venezuela revolucionaria, porque sus gobernantes han impedido que el país medre en todas sus áreas por las políticas de corte comunista dictadas, con el fin de acabar con el capitalismo e imponer el socialismo como forma de gobierno, aunque sea en detrimento de la sociedad venezolana y de su imagen  en el ámbito internacional.

Así como han muerto más de 4 mil neontatos, conectados a una incubadora, por la falta de oxígeno, una vez que se va la electricidad por varias horas en los centros hospitalarios donde se encuentran recluidos, la vida de Delia Nohemi corre peligro cada vez que su casa queda en tinieblas por los cortes eléctricos y cada vez que un desalmado se le antoje quemar desechos u otras cosas frente a su vivienda para vengarse  por su insurrección frente a la desidia gubernamental en el área eléctrica.   No sólo los apagones perjudican a Delia Nohemi. También  las tantas penurias que pasa para poder adquirir todos  medicamentos necesarios para la administración de la quimioterapia, así como los alimentos requeridos para cumplir con la dieta balanceada recomendada para los enfermos con cáncer.

Quien en Maracaibo baja el breque de electricidad no tiene conciencia del daño que le está haciendo no sólo a Delia Nohemi, sino a toda esa población  que habita en esa ciudad y padece de tensión alta u otra enfermedad, cuyo tratamiento no es precisamente la alta temperatura ni las angustias, mucho menos el insomnio auto inducido por estar alerta de la delincuencia en las horas de oscuridad. Ni para los marabinos ni para los foráneos no es fácil ya vivir en Maracaibo. Es invivible morar ya en esta ciudad, hoy tapizada por los cuatro costados por desechos sólidos y una gran insalubridad que se huele, se ve y se siente, así como la carencia de agua potable por tubería porque las fallas eléctricas impiden bombearla y la gran cantidad de bachaqueros que revende los alimentos a precios imposibles de pagar, sin que la justicia les alcance.




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