«Hacer la revolución en la Universidad es relativamente fácil y puede consistir sencillamente en impedir que la Universidad funcione, en hacer manifestaciones violentas, en interrumpir el curso de la enseñanza, en destruir instalaciones, en crear un dilema de inestabilidad… sólo que el poder universitario no se conquista aislada ni violentamente, porque la Universidad no es un ente aparte de la sociedad a la que pertenece…»

Arturo Uslar Pietri

La acción de preservar consiste en cuidar, amparar o defender algo con anticipación, con el objetivo de evitar un eventual perjuicio o deterioro. Podemos expresar sin temor a equivocarnos, que la gran mayoría de los carabobeños demócratas, tanto militantes de los partidos de la Unidad, como los que hacemos parte de la llamada sociedad civil, tenemos en estos momentos un mismo compromiso y una ineludible responsabilidad: preservar nuestra universidad, la Universidad de Carabobo.

Resulta un desperdicio de tiempo y palabras recalcar la andana de improperios, la bajeza y la ruindad en las expresiones del gobernador hacia las autoridades de nuestra universidad. Ya lo advertíamos recientemente: gritar «¡al ladrón!» es una herramienta útil para desviar la atención de su inoperancia, de la corrupción y de oscuras trayectorias de autoritarismo de quienes han convertido a Venezuela en la cartera de sus truculencias.

Y es que resulta más que evidente que desde hace más de una década la Universidad se ha visto asediada por las imposiciones y al chantaje de un gobierno que se cree con derecho a condicionar, con descaro, no sólo las políticas educativas de nuestras instituciones, sino la vida misma del país, en razón de un proyecto que no es compartido por la gran mayoría.

Nuestra universidad ha dado lo mejor de sí en la construcción de la democracia del país, y ahora, como nunca antes en nuestra historia, le corresponde desempeñar un papel trascendente y estelar, pero, para lograr tal cometido es esencial proteger con mucho celo, dedicación y unidad, el sentido de pertenencia y defender con tesón tanto su libertad académica como su autonomía.

Dios, Libertad y Cultura son tres palabras que se concatenan para aparecer como un sagrado mandato en ese magnífico escudo de nuestra Alma-Mater. Tres palabras que nos protegen, nos orientan, y nos dan fuerza, y que en todo momento han sido los tres pilares que han soportado esta fructífera trayectoria en la cual ha logrado formar a miles de buenos profesionales, así como también, integrar a la universidad con la sociedad, involucrándola para elaborar una respuesta útil y direccionada, pues si alguna característica destaca en la Universidad de Carabobo, es aquella que la presenta como una institución que transmite educación no como una fórmula de simple adiestramiento, sino que desarrolla aptitudes y virtudes humanas útiles para solucionar los problemas del entorno social.

Un entorno social atado a una lamentable realidad en la cual se circunscribe la universidad de este momento: los espacios de la pobreza, las desigualdades, la marginalidad, la discriminación, la corrupción, la intolerancia, la indetenible inflación, la absurda e insostenible escasez, la hambruna; el intervencionismo y el autoritarismo, como amenazas tangibles, de carácter externo.

Ahora, como nunca antes, es el momento de apoyar a nuestra Universidad, la Universidad de Carabobo, es tiempo de responderle para que siga adelante, es el momento del compromiso, a una sola voz, de estudiantes, docentes, empleados, obreros, egresados, y toda la sociedad que conforma nuestro destrozado país y carajeado terruño, de no permitir más destrucción de sus espacios físicos, no más robos, no más agresiones y sobre todo, velar por que se den los consensos necesarios para consolidar la fuerza del último bastión de libertad y luz, de ese espacio que siempre ha logrado vencer al oscurantismo…




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