“…De ahí que en América Latina el marxismo haya adquirido el carácter de una creencia que sus adeptos acogen, fuera de todo análisis realmente crítico, con la ciega fe del carbonero. De ahí que nuestra izquierda sea litúrgica, aferrada a sus cartillas y dogmas. Es un nuevo oscurantismo…” Plinio Apuleyo Mendoza

Entendemos por oscuridad la falta de luz o claridad que dificulta la percepción de las cosas. Es un término que deriva del latín «obscuritas». El Diccionario Manual de la Lengua Española nos ilustra:… «Falta o escasez de luz; parecido o proximidad de un color con el negro; dificultad que ofrece una cosa para ser entendida; falta o escasez de información acerca de las causas y circunstancias de un suceso; falta de certidumbre o de seguridad».

Para la literatura, la oscuridad también puede significar la presencia de sombras, maldad, miedo o depresión, a saber… «El mal tiene razón de ser porque tiene como contraposición el bien; el bien cobra sentido porque para negarlo existe el mal. La luz contra la oscuridad. La luz mostrará el camino, sí, la luz, porque aún tiene que haber algún rastro, tiene que haberlo, debe haber un camino para salir de la oscuridad…»

Como Oscurantismo fue denominado ese período histórico comprendido por la Edad Media que – según los estudiosos abarcó desde el 476 hasta el 1453 – fue la sistemática oposición al progreso, al cuestionamiento de dogmas y a la difusión del conocimiento más allá de ciertos límites.

El Oscurantismo es lo opuesto al Libre Pensamiento y es con frecuencia asociado por sus opositores con los fundamentalismos
Hoy hablamos de Oscurantismo porque fue en esa época en donde se detuvo la ciencia y se persiguió la creatividad.

Los nietos -sostenía Spengler- de los romanos que construyeron los acueductos miraban perplejos la obra de sus abuelos y se preguntaban ¿Para qué sirve esto? ¿Qué será? Procedían a demolerlos para hacer sus rudimentarias casas, se había perdido el concepto de ingeniería así como el uso del acueducto.

Se intentó borrar siglos de cultura grecorromana, llevando a un lamentable atraso a la Humanidad; donde se acabó la libertad de expresión, donde existió la cacería de brujas a todo aquel que iba en contra del sistema, donde la pobreza, la exclusión total y la marginación cultural fueron de graves consecuencias dejando al pueblo sumido en la desesperación, la total ignorancia y el hambre.

Tan sólo los próximos al Señor feudal contaban con ciertos privilegios… Y recordemos que para aquel hombre medieval poder salir del Oscurantismo y entrar al Renacimiento, también conocido como el Iluminismo, o «Edad de la Razón», le fue menester dejar de mencionar al Diablo, de allí la afirmación de Blaise Pascal: «Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; más para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad».

Hoy ocupa nuestra atención esa otra oscuridad, tan peligrosa como la que guarece al hampón que acecha a su presa en una lúgubre vereda; o bien aquella penumbra que desconcierta al cirujano en un quirófano cuando teme que hasta la planta de emergencia falle…

De nuevo se nos plantea la lucha entre la luz del conocimiento y las sombras del atraso y la represión. Por supuesto que no resulta tan fácil irradiar ese rayito de luz en la oscuridad, como faro lejano en la noche, pero es nuestro cívico deber el hacer cuanto esté a nuestro alcance por salir de este desastroso marasmo, por dejar atrás este Oscurantismo Tropical.

Cuando llegue la luz… se oye diariamente por doquier en nuestro oscurecido país, como esperando una voz celestial que ordene un FIAT LUX para nuestro penumbroso terruño; o recuperando la destrozada hidalguía del Libertador, podamos hacer cumplir a cabalidad su noble máxima de Moral y Luces…

Ha sido terrible la lucha contra este oscurantismo tropical que nos empujó, como Nación, a un tenebroso abismo moral en el cual el desprecio al derecho del ciudadano común – mal llamado “soberano” le permitió seducir su conciencia con dádivas, con cantos de sirena ahora totalmente desentonados, con la expresa y ruin intención de atornillarse en el poder

Tal como afirma Plinio Apuleyo Mendoza: “Es el mundo al revés. Stalin, en su tumba, debe reírse. Su aporte a la oscuridad medioeval sigue vigente: convertir un dogma en verdad a base de la simple reiteración…”

Para que llegue la luz, se hace urgente tomar conciencia que la única diferencia que no podemos aceptar es la que niega a las demás, pues eso es prolongar el oscurantismo. Basta ya de edificar nuestra Nación desde la mentira, el olvido o el escarnio o la criminal hambruna. Una sociedad en su conjunto no puede estar a merced de lo que imagine o disponga un régimen que se ha empeñado en sembrar discordia, resentimiento y odio entre sus ciudadanos. Estamos empezando a tomar conciencia de que este asunto de la convivencia con los otros, se está convirtiendo en una cuestión de supervivencia nacional.

Cuando llegue la luz habrá un diálogo verdadero y fecundo; no un simple enfrentamiento, y a los problemas nuevos se buscarán soluciones adecuadas, no los disparates decimonónicos que ahora se presentan como panaceas universales. Esas falsas respuestas, anquilosadas y rancias, no están a la altura de los problemas que se presentan y se presentarán.

Cuando llegue la luz tendremos un país donde nadie que viole los derechos humanos goce de impunidad, donde impere el pleno derecho y la igualdad ante la ley y donde la verdadera soberanía del pueblo esté por sobre los poderes fácticos. Y para lograr tal cometido no es necesario acudir al destino, a la naturaleza, a mesianismos, a determinismos de la historia, a ideologías.

Que la luz que irradie de nuevo nos ilumine para no aceptar lo inaceptable, para no tomar en serio lo que carece de seriedad, lo que es a lo sumo un capricho o un envanecimiento, en casos extremos una ráfaga de demencia.
Los problemas que nos aquejan no están oscurecidos por interrogantes sin respuesta. No hace falta iluminar la realidad: todos la conocemos. Hay que asumirla y tener la voluntad, el carácter y un generoso desprendimiento para corregirla, dejando a un lado esa infecunda actitud meramente crítica, escéptica, que distribuye pesimismo y no contribuye a reparar, sino a demoler.

La actitud de «no complicarse la vida» tiene mucho que ver con ella. La de «ya no quiero saber más de este asunto», también. Es por tal razón que contamos contigo para iluminar el presente y el porvenir.

Manuel Barreto Hernaiz

(*) Escrito hace mucho tiempo…pero la oscuridad se prolonga

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