“El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”. Emmanuel Kant

Kant nació en 1724 y murió en 1804. Este sabio alemán transformó radicalmente la concepción del conocimiento, pues a partir de él, puede pensarse que nuestro sistema cognoscitivo, aunque trascendental, puede depender de factores cambiantes. Para el filósofo que hoy nos ocupa, la inteligencia del individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar…

Y cuanta, de manera estoica, ha soportado la sociedad venezolana.
Cuando una sociedad deja de proteger la vida, en todos sus estadios, se oscurece, se enmudece y se corrompe. Tal como lo indicase Kant, el propio sujeto se degrada, al considerarse a sí mismo como un simple medio. Lo propio de la dignidad humana radicaba, para este filósofo, en el hecho de que el hombre nunca fuese visto, tanto por sí mismo como por los demás, como mero instrumento, sino siempre como un fin en sí y para sí.

La dignidad humana se presentaba, para Kant, inseparablemente unida a la espontaneidad natural. Cuando un gobierno, que en principio es el que debería estar especialmente predispuesto para la protección y el cuidado de la sociedad, de las familias, resulta precisamente quien menos interés le pone a tan delicado asunto, pues a partir de ese momento la sociedad se sumerge en las profundidades de la incertidumbre, lo siniestro y la ruindad, propias del Oscurantismo.

A lo largo de siglo XVIII, se desarrolló un movimiento no sólo filosófico o ideológico, sino cultural en sentido amplio, que constituyó un «estado de espíritu» de vasta influencia en la actividad literaria, artística, histórica y religiosa, conocido como Siglo de la Ilustración o de las Luces. Si bien en Francia serían Diderot y D’Alembert los responsables de la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios, desde Alemania sería Kant su principal representante. Y así lo resumía:… «La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la ayuda y dirección de otro. Uno mismo es culpable de la minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un efecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y de ánimo para servirse con independencia de él, sin la ayuda de otros…” (¿Qué es Ilustración? 1784.) Sapere aude! …¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración.

Sapere aude: atrévete a saber, decía Kant. No para llenar nuestra mente de conocimientos inútiles que ocupen el espacio de la información crítica que conduce a la verdad, a la ineludible realidad, para comprender cuál es el “momentum” de nuestro país y entonces atrevernos, dejando atrás ese temor, elemento común de imposición de todo régimen autoritario, y atrevernos a enfrentarlo para evitar que se atornille en el poder perpetuamente , a enfrentarlo por negar y desconocer la realidad que él mismo fraguó: intolerancia, exclusión, inseguridad, escasez, desempleo, hambruna corrupción e inflación incontrolable. Que el regreso de la luz ilumine nuestro entendimiento y nos de la claridad imprescindible para que, como sociedad responsable, nos atrevamos a luchar con las armas de la democracia – la perseverancia, la confianza y el voto- para impedir que nos confisquen el porvenir.

Manuel Barreto Hernaiz




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