El belga David Goffin rozó la catástrofe contra el francés Gael Monfils, que desperdició cuatro bolas de partido para acabar sucumbiendo ante el octavo favorito, 6-7(6), 6-3, 4-6, 7-5 y 6-3 en tres horas y 58 minutos, repartidos en dos días, en busca de un puesto para octavos de final.
El partido, que había sido aplazado la víspera por la lluvia con empate a un set y ventaja del belga en el tercero, 3-2 y servicio, parecía prometido a Goffin, toda vez que Monfils se había quejado durante toda la semana de problemas físicos.
Cuentan que vomitó al entrar en los vestuarios y que, como en los partidos anteriores, Monfils se quejaba de problemas y pedía medicamentos a los doctores.
La pista Suzanne Lenglen, la segunda en importancia, no hervía como cuando el francés venía con esperanzas, pero tampoco tiraba la toalla. Con Monfils nunca se sabe.
Y el francés fue fiel a su reputación, remontó la tercera manga y en la siguiente, con 5-4 a favor, fue cuando dispuso de hasta cuatro oportunidades de meterse por octava vez en su carrera en octavos de final.
Pero no las aprovechó y el belga no tuvo piedad. Remontó esa manga y, en la siguiente, puso la directa en busca de los octavos, los terceros para él en la tierra batida parisiense.
Su rival será un sorprendente italiano Marco Cecinatto, 25 años y 72 del ránking, verdugo contra pronóstico del español Pablo Carreño, que hasta este Roland Garros nunca había superado una ronda de un Grand Slam y se encuentra entre los 16 mejores.
Del duelo entre ambos saldrá el rival por un puesto en las semifinales del ganador del partido entre el serbio Novak Djokovic y el español Fernando Verdasco.
