Desde afuera, el panorama de la antigua Rualca, que llegó a ser la principal fabricante de rines de aluminio en Venezuela, luce desolado. El deterioro y notable abandono de sus instalaciones, ubicadas en la icónica avenida Henry Ford, es fiel reflejo de los restos que quedan de la otrora pujante Zona Industrial de Valencia.
“La Rualca que conocimos como principal exportadora de rines para el mundo, hoy está convertida en estacionamientos vacíos. Ya no exporta rines y ni siquiera genera empleos”, advirtió el diputado electo en 2015 por Carabobo, Carlos Lozano.
Tiene una capacidad instalada para procesar 30 mil toneladas de aluminio por año, para la producción de un millón 500 mil rines de aleación de aluminio A356.2 y aleación A356.2/6063. Según Lozano, casi la totalidad de su producción (95%) estaba dirigida al mercado norteamericano y el proceso productivo continuo era soportado por 635 trabajadores administrativos y operativos, en rotación estos últimos de tres turnos divididos en cuatro grupos. Pero esto quedó en el pasado.
La compañía era propiedad de las empresas Alcoa Internacional (41%), Corporación Venezolana de Guayana (CVG) (23%), Grupo RIMCAR (23%) y General Motors (13%). Sin embargo, en junio de 2008, entre aplausos y vítores del oficialismo, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, oficializó la expropiación forzosa de sus bienes mediante el decreto 6.693, publicado en la Gaceta Oficial N° 39.171, en el que se estableció un nuevo orden: CVG Venalum pasó a tener el 90% de las acciones y la CGV se quedó con el 10% restante.
Esta decisión no solo implicó el cambio del nombre a Centro de Producción de Rines de Aluminio (Rialca), sino también una abrumadora caída en la manufactura al pasar de 30 mil rines semanales a apenas 14 mil anuales para 2017. En los meses siguientes la producción siguió mermando hasta llegar a su peor momento en agosto de 2018, cuando se paralizó.
En marzo del 2020 sindicalistas de la empresa denunciaron que alrededor de 250 trabajadores tenían al menos 17 meses sin trabajar y solo acudían a la sede a cumplir horario ante la falta de materia prima.
Para Lozano el origen de la debacle de la actual Rialca está claro: “No fue ninguna guerra económica. Son las mafias del aluminio que ahorcaron la producción de la materia prima que debió haber llegado a la empresa”, aseveró. “Su materia prima fundamental es el aluminio primario proveniente de las empresas CVG Alcasa y CVG Venalum, que luego de la intervención de mal llamado socialismo del siglo XXI se volvieron un caos”.
Fue así como Rialca y el resto de compañías procesadoras de aluminio de Valencia y otras regiones del país quedaron en jaque: sin materia prima no pueden producir.
Puertas adentro, el deterioro y el abandono también han hecho de las suyas en la maquinaria de Rialca. Hasta el año pasado, según los trabajadores, de las 27 modeladoras existentes, solo tres estaban en condiciones óptimas para producir. En cuanto a los dos hornos, con capacidad para unas 30 mil toneladas de aluminio, uno estaba fuera de servicio y el otro con severas fallas. Mientras que los montacargas estaban todos paralizados por falta de repuestos.
“Esta es una realidad innegable de Rialca y muchas empresas expropiadas que no generan empleos ni producen. Debemos rescatarlas. Es importante rescatar la producción de materia prima en Venezuela”, resaltó el dirigente político y fundador del partido Camina. “Rualca o Rialca no podrá abrir sus puertas hasta que el propio gobierno, responsable del secuestro de sus materias primas e intervencionismo, deje a un lado el populismo y la corrupción que abundan en los pasillos de Miraflores y la complicidad de las mafias del aluminio y otras materias primas en Venezuela”.
