Lamine Diack, ex presidente del atletismo mundial (Foto Archivo)

Una falta ética, una falta de vigilancia, pero «no un crimen»: la defensa del expresidente del atletismo mundial Lamine Diack, al que se juzga en París por corrupción ligada a los escándalos de dopaje ruso, pidió este jueves al tribunal que sea indulgente y tenga en cuenta su elevada edad (87 años).

El veredicto será comunicado el 16 de septiembre a las 13h30 local (11h30 GMT).

Después de haber pedido la absolución, uno de los abogados del exdirigente senegalés, William Bourdon, no descartó la posibilidad de que los jueces opten por lo «judicialmente correcto», según lo cual, en caso de condena, les solicitó «no tomar una decisión que impida (a Lamine Diack) morir con dignidad, abrazado por los suyos, en su tierra natal».

«Ya se ha visto muy severamente castigado», añadió el abogado, recordando que desde su arresto en noviembre de 2015 no tiene autorizado salir de Francia.

Su detención se produjo apenas unos meses después de haber abandonado la presidencia de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, actual World Athletics), que dirigió desde 1999 y en la que cedió el testigo al británico Sebastian Coe a mediados de 2015.

El miércoles, los fiscales financieros solicitaron una pena de cuatro años de prisión y 500.000 euros (561.000 dólares) de multa máxima contra Lamine Diack por corrupción activa y pasiva, blanqueo en banda organizada y abuso de confianza. Se pidieron además cinco años de prisión y la misma multa contra su hija Papa Massata Diack, poderoso exasesor de marketing de la IAAF y ausente en este juicio, cobijado en Senegal.

 El «príncipe» Coe

Otro abogado de Lamine Diack, Simon Ndiaye, pidió a los magistrados que «desconfíen de los juicios puramente morales» y «resistan a la tentación de hacer (…) de Lamine Diack un chivo expiatorio para purificar la IAAF».

Durante la investigación y el juicio, el senegalés asumió haber pedido que las sanciones contra atletas rusos sospechosos de dopaje fueran escalonadas a partir de finales de 2011 para evitar un escándalo y no dañar las negociaciones con un patrocinador ruso, el banco estatal VTB, de cara al Mundial de Moscú-2013.

Su abogado aceptó que «al principio» los atletas afectados debían ser apartados oficiosamente de los Juegos de Londres-2012. «Luego eso evolucionó, los atletas (podían participar pero) no debían lograr medallas», señaló.

«Eso no es ético, hay que reconocerlo, pero no conlleva responsabilidad penal», añadió Simon Ndiaye.

La defensa de Lamine Diack rechazó totalmente su implicación en un abuso de confianza en beneficio de su hijo Papa Massata mediante millones de euros desviados en los contratos de patrocinio así como con una participación en la extorsión a atletas rusos dopados, obligados a pagar para escapar a sanciones.

Simon Ndiaye apuntó también al sucesor de Lamine Diack al frente de la IAAF, Sebastian Coe, que era vicepresidente de la instancia en el momento de los hechos.

«¿Era el príncipe que esperaba el final del reinado del rey para subir al trono? ¿Eres tú ese príncipe?», dijo Simon Ndiyae, preguntándose si Coe no «debería ser también perseguido» judicialmente.




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