Pasa el tiempo, cambian los gobiernos,varían las situaciones socio-políticas pero el comportamiento de los comunistas y la forma de planificar la economía a través de un control rígido de los medios de producción sigue igual.

En noviembre de 1989  se cae el muro de Berlín y, con excepción de la Corea del norte y de Cuba, países que siguen bajo el régimen totalitario de los regímenes marxistas, el comunismo se ha miserablemente desintegrado en el mundo entero y sin embargo sus escorias politicamente activas y, por lo tanto, portadoras de calamidad y de muerte, siguen contaminando la vida pública de muchos países entre los cuales está Venezuela.

Ha desaparecido la URSS y oficialmente…pero solo oficialmente ya no existe el partido comunista, dejando espacio a partidos con diferentes razones sociales, algunas muy conocidas por todos nosotros con una falsa apariencia democrática¸ con nuevos líderes y bajo diferentes banderas pero la ideología perversa y la forma de pensar y de actuar de esa extrema izquierda ha permanecido intacta.

Y cuando hablo de la forma de pensar y de actuar de esa gente me refiero, en sintonía con el título de mi artículo de hoy, a esa partícula descubierta por el profesor  de anatomia patológica, el suizo  Fredrich Miescher, denominada ADN, que significa “acido desoxirribo nucleico” y que es justamente esa molécula quien lleva la información genética de cada ser humano. Y así en el ADN de esa gente está radicado y de por vida el hecho de que ellos son los únicos honestos mientras que los demás  -burgueses, opositores, escualidos-   son todos ladrones y delincuentes; está el hecho de que ellos son los únicos  que trabajan por el bien del país y del pueblo y que los demás, en cambio, lo hacen solamente por su proprio interés; está profundamente arraigada la intolerancia hacia los que no son como ellos, que piensan distinto y, por ende, hay el rechazo a confrontarse democraticamente con los demás; está el convencimiento de que cualquier tipo de protesta o crítica, así sea justa, democrática y encuadrada en un marco completamente constitucional, hay que reprimirla con la fuerza; está la arrogancia de creer que ellos son los únicos buenos y que siempre tienen la razón, está la rabia, la repulsión, el odio y hasta la  excolumulgación política hacia todos los que no están dispuestos a seguir las órdenes incondicionadas de los líderes, en fin, en su código genético, o sea en su ADN, está el gen de la mentira, convencidos de que una mentira repetida varias veces se puede convertir en una verdad.

Y así, mentira tras mentira e “iluminadospor ese ADN perverso que tienen incrustado en sus cromosomas, han logrado, no solamente sobrevivir a cien años de fracasos en el mundo entero sino que, a pesar de las atrocidades cometidas y de los immensos daños provocados, a encontrar siempre nuevas motivaciones para infiltrarse alevosamente en los meandros del ánimo humano de tanta gente necesitada.

Desde Italia  –  Paolo Montanari Tigri




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