Dos años han trascurrido desde el anuncio de un plan económico con nombre rimbombante, como todos los anuncios vacuos de este régimen que nos ha sumido en el peor de los caos de carácter económico y social que hemos vivido en toda nuestra historia. Es importante que nos ciñamos al tema de la destrucción de la moneda, tema que trasciende de una simple consecuencia de carácter macroeconómico como consecuencia de la eclosión de las hiperinflaciones

Estos fenómenos tienden a desmonetizar a las economías, pues la demanda de dinero decrece como consecuencia del ajuste continuo de los precios, produciendo desajustes o extravíos entre la velocidad de rotación la masa e dinero y la estructura de precios.

El fenómeno de desmonetización lo veníamos viviendo desde 2017, resulta necesario recordar los innumerables esfuerzos por desmonetizar el billete de cien bolívares fuertes justo en noviembre del 2017, iniciamos la senda de la hiperinflación la cual ya nos acompaña desde hace tres años siendo junto a la de Nicaragua y a la de Grecia, una de las más largas del planeta.

Para el mes de Agosto de 2018, se anunció una reconversión que suprimía cinco ceros, deflactaba a la moneda entre cien mil, a dos años de su aplicación la actividad económica se ha desplomado en cincuenta por ciento y el salario al mes de Agosto cotizaba en 30$ al cambio hoy en día su valor en términos de paridad de compra se ubican en 1,30$, es decir una caída de la capacidad en poder de paridad de compra de más de 95%, somos pues una economía sin billetes y monedas en circulación y sin productividad en el empleo, el trabajo esta desprovisto de salario y la economía se encuentra  absolutamente desmonetizada, el bolívar se convirtió en un activo tóxico, repudiable y en una unidad de pagos complementarios. Paralelamente se eclosiona un proceso factico de dolarización informal, asimétrico e injusto, que hace que al no ir al mismo ritmo la tasa de devaluación, que su contraparte en precios se asuma la errónea idea de la inflación en dólares.

En medio de estos rigores, para adquirir un dólar se requieren 6 billetes de cincuenta mil bolívares, los cuales representan 0,16 centavos de dólar, compara dos cafés en un panadería suponen una erogación de un millón de bolívares, es decir se requieren disponer de veinte billetes de cincuenta mil bolívares, esta cifra no es dispensada por ninguna banco en el país, los cajeros automáticos quedaron solo disponibles para consultar saldos, cambiar coordenadas de acceso a cuentas, pero perdieron su sentido de dispensadores de bolívares, si el tipo de cambio se le agregasen los ocho ceros suprimidos en las reconversiones de 2007 y de 2018, su monto se pronunciaría en treinta billones setecientos mil millones de bolívares. Esto configura un cuadro de surrealismo absoluto.

El Banco Central de Venezuela, no garantiza el logro de los objetivos de estabilidad en precios y de tipo de cambio, se ha convertido en un financista del gasto público de un Estado macilento, la práctica de emitir dinero sencillamente hizo aguas, el manirrotismo de una coalición en el poder logro destruir al dinero como institución social, en Venezuela la moneda perdió sus cualidades, no es reserva de valor, dejo de ser unidad de cambio y unidad de cálculo contable.

Con la destrucción del bolívar también se compromete la confianza social, se pervierte el capital social, los agentes económicos quedan a la deriva y el dinero como en la obra de Philip Haslam destruye a la nación. Venezuela no cuenta con una unidad monetaria propia, no estamos dolarizados, aunque el régimen reconozca de manera plausible que la dolarización supone un alivio, vastos sectores del país no tienen un acceso continuo y recurrente a este activo y en medio de este drama, se desarrolla una terrible crisis de carácter social, somos un país miserable, que exhibe cifras de una nación en guerra, la caída del PIB, es superior al 86% y la inflación supera los cuatro mil puntos, en medio na población en pobreza que supera el 90%.

En síntesis la destrucción del bolívar demuestra la máxima de Von Mises, el socialismo es incompatible con el cálculo económico.

Solo el Gobierno puede tomar un buen papel, cubrirlo con buena tinta y hacer la combinación completamente inútil”

Milton Friedman

 

 




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