Nuestro planeta tiene años advirtiéndonos sobre lo catastrófico que puede ser el futuro inmediato, si no tomamos acciones que contrarresten el impacto negativo al medio ambiente. No han sido casuales inundaciones en zonas costeras y los alocados cambios climáticos en algunas regiones del mundo, eventos que siempre terminan afectando a la población más vulnerable, en conclusión, a los que menos energía contaminante consumen.

El asunto es fácil de entender. O comenzamos a cambiar nuestros hábitos de vida o nos extinguimos. La pelota en este sentido recae en los líderes mundiales, quienes deben asumir, en nombre de sus pueblos, compromisos reales que permitan alcanzar mejoras en los próximos años. En este sentido, pareciera que se han comenzado a unir voluntades con este propósito, por lo que hemos visto en la Cumbre del Clima de la ONU que se desarrolla en Glasgow desde el pasado 31 de octubre.

En este encuentro algunos presidentes han señalado que sus países comenzarán a reducir en la presente década hasta un 30% las emisiones de metano, pacto encabezado por la Unión Europea y Estados Unidos, pero que no firmaron China, India y Rusia, tres de los más altos productores de este gas de efecto invernaderoque aceleradamente acaba con nuestro hábitat. La medida entre otras que se debaten, tiene como objetivo la reducción de las temperaturas en 0,2 grados para el año 2050 y evitar unas 200 mil muertes prematuras.

Sobre estos excesos que el propio hombre sigue cometiendo, el papa Francisco exhortó a los líderes reunidos en la Cumbre del Clima a escuchar “el grito de la tierra”, que, a su vez, es el “grito de los pobres”, de los que sufren las catástrofes que se registran por el cambio climático, tomando en consideración que son los países subdesarrollados los que registran las más drásticas consecuencias de aguaceros, deslaves, huracanes, inundaciones, etc. No en vano, otro líder, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres denunció que hemos estado cavando nuestra propia tumba, al hacer referencia al consumo excesivo de combustibles fósiles. “O la detenemos, o nos detiene a nosotros”, dijo al señalar que el planeta está al borde del abismo.

Lo que han advertido estas figuras públicas ya lo sabemos todos. El tema recae en las presiones que, como ciudadanos debemos ejecutar organizadamente para que nuestros gobiernos comiencen a tomar acciones en este sentido. Como sociedad civil estamos en la obligación de visibilizar, por ejemplo, los desmadres que desde hace tiempo se vienen cometiendo en la amazonia venezolana de forma legal e ilegal, los derrames petroleros por negligencia de la estatal petrolera, los gases contaminantes que emanan un sin número de industrias que funcionan como si nada.

En estos casos, denunciar por muy pequeña que parezca la medida, puede sumar voluntades y generar simpatía a la causa. Si no, preguntémosle a Greta Thunberg, la jovencita sueca que se convirtió en activista medioambiental y logró millones de seguidores a la causa. También hablemos de cambios en los programas de estudio, en los que se analicen críticamente estos temas y las devastadoras consecuencias del cambio climático. Los medios de comunicación igualmente deben generar contenidos reflexivos sobre el particular, no sólo informar de las cumbres y de los desastres naturales que provoca el propio hombre, según los libros, el animal más racional de todas las especies.




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