La sorpresa no fue nada agradable. Una mañana José Gregorio Arteaga abrió el grifo de la cocina de su casa y no podía creer lo que veía. Primero fueron dos lombrices, y con los días la cantidad de estos animales que salía con el agua se hizo mayor.
Lo consultó con su vecino del caserío Santo Tomás, ubicado en el municipio Miranda, al occidente de Carabobo, y confirmó que no se trataba de una realidad exclusiva de sus tuberías. “Esto no es mentira, es algo que está pasando”.
Son más de 200 familias las que ven, desde hace cuatro semanas, cómo salen lombrices y lo que ellos dicen que son hasta gusanos, de las griferías de esta comunidad que se surte del servicio gracias a un pozo de agua profundo que es administrado por la alcaldía en conjunto con Hidrocentro.
Son alrededor de 100 infantes los que viven en Santo Tomás y las consecuencias ya comenzaron a ser evidentes. “Los niños y ancianos han presentado mucho dolor de barriga”.
Hace 12 años comenzó a funcionar el pozo de agua en la comunidad y es primera vez que ocurre una situación como esta.
Para ellos, en medio de la crisis económica que cada familia debe sortear, es difícil pagar por cisternas que se las venden en entre 30 y 50 dólares. La única opción que tienen es hervir el agua, pero aún así los niños sufren malestares severos.
Durante la tarde de este miércoles recibieron respuesta de un ingeniero de Hidrocentro, quien les informó que la semana que viene le harán un estudio al pozo. Ellos han acudido en dos oportunidades a la alcaldía, y hasta hablaron por teléfono con el mandatario municipal, quien les prometió que iría al sitio y gestionaría una solución, pero eso no ha ocurrido, siguen esperando y exponiendo su salud.