Catriona Gray, la última reina de la belleza filipina, se dio hoy un baño de masas tras ser coronada Miss Universo con un desfile de bienvenida por las principales avenidas de Manila, en un país obsesionado con los certámenes de belleza.

Miles de filipinos salieron a las calles para captar a lo largo del recorrido de más de cuatro horas una instantánea de Gray, que el pasado diciembre fue elegida en Bangkok Miss Universo 2018, un concurso que paraliza Filipinas, donde se sigue con fervor y entusiasmo.

«Soy un gran fan de Catriona, la amo. Todos los filipinos nos sentimos muy orgullosos de ella», clama Mary Bubbles, un travesti de 27 años que acudió al desfile con una corona como la de Miss Universo y con carteles con la foto de su ídolo.

Como millones de filipinos, Bubbles no se perdió el certamen, celebrado en Bangkok el pasado 17 de diciembre, y lo vio en una de las pantallas gigantes que se habilitaron en espacios públicos ese día, en el que las calles quedaron desiertas, sin a penas tráfico.

«En Filipinas somos fanáticos de los concursos de belleza, son nuestros juegos olímpicos», comentó sobre las tres bes que obsesionan a los filipinos: baloncesto, boxeo -el campeón mundial Manny Pacquiao es un héroe nacional-, y certámenes de belleza.

Casi al final del recorrido, en la céntrica avenida Ayala, Jay, de 25 años, pidió permiso a su jefe para terminar un poco antes su jornada laboral y no perderse el paso de Miss Universo por delante de su oficina.

«No es sólo su belleza, ganó porque es además una mujer inteligente que se preocupa por los problemas sociales de Filipinas, en especial de la infancia», apuntó Jay sobre Catriona, que tiene una fundación que presta asistencia a niños desfavorecidos de Tondo, uno de los barrios más empobrecidos de la capital.

Su triunfo fue recibido con ilusión por varias organizaciones de defensa de los derechos de la infancia, que ven su perfil público como una oportunidad de poner sobre la mesa las necesidades del país en esa materia.

«Me gusta porque defiende con pasión las causas sociales y se implica. No es solo una cara bonita», destacó Alysa sobre la miss, nacida en Cairns (Australia) pero criada en la provincia filipina de Albay (norte), por su madre filipina y su padre escocés.

Catriona no es una recién llegada en el mundo de los certámenes de belleza: no sólo fue Miss Filipinas en 2016 y quedó entre las finalistas de Miss Mundo ese mismo año; sino que en 1999 ya fue coronada Miss Pequeña Filipina con tan solo cinco años.

Lo cierto es que en el país hay concursos de belleza para todas las edades, en cada barrio o pequeño pueblo, o dedicados a todo tipo de habilidades desde 1908, cuando el gobierno colonial de EEUU impulsó el carnaval de Manila, cuya elección de la reina derivó en el actual Miss Filipinas.

«Inicialmente, las mujeres participaban en estas competiciones porque no tenían otras opciones de desarrollar una carrera profesional», explicó a EFE el profesor de la Universidad de Filipinas, Jose Wendell Capili, experto en cultura popular.

En la actualidad son todavía «una forma de escapar de la pobreza en Filipinas, ya que a menudo las niñas o jóvenes asiduas a estos concursos son el sustento de sus familias», agrega.

La mayoría de esos certámenes, que cuentan con el apoyo de gobiernos locales, regionales y nacionales, crean campamentos para entrenar a las futuras reinas de la belleza, una preparación que se amplia al ámbito intelectual y del conocimiento, que muchas usan como plataforma para acceder a la enseñanza superior.

De hecho, Gloria Díaz, Miss Universo en 1969, se convirtió en una actriz premiada y reconocida; Miss Internacional 1964, Gemma Cruz, dirigió el Museo Nacional y desarrolló una exitosa carrera como escritora; y Margarita Moran, Miss Universo 1973, presidió el Ballet Nacional y fue directora artística del Centro Cultural de Filipinas.

Pero no todo el mundo ve con buenos ojos esa «obsesión nacional» con los concursos de belleza, ya que para el movimiento feminista que lideran organizaciones como Gabriela significa que «queda mucho por hacer en términos de educar sobre los estereotipos de género social y culturalmente arraigados».

«Debemos elevar la conciencia crítica sobre el rol de la mujer en la sociedad, perpetuados por estos certámenes de belleza, además de cambiar el discurso social para lograr un genuino empoderamiento de las mujeres», aseveró Joms Salvador, secretaria general de Gabriela.




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