En su reunión anual en Washington, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó sus pronósticos de las economías de América Latina y el Caribe. De Venezuela destaca una contracción del 10% del Producto Interno Bruto (PIB) además, en 2016 la inflación real en Venezuela alcanzó 475,8% -el BCV manejó otras cifras manipuladas-, pero para 2017 prevé 1.660% de inflación, será la más alta de este planeta Tierra, añadiendo que la tasa de desempleo en también aumentará del 18,1% en 2016 al 21,4% en 2017.

Dicho prestigioso organismo internacional destaca la crisis en la que está sumida Venezuela como el peor caso que se registra este año en Latinoamérica –proyectando que no habrá cambio en 2017-,  y confirmó su pesimismo hacia la región, tras publicar su análisis detallado de la actividad económica de cada país.

«La actividad económica en América Latina y el Caribe sigue disminuyendo de velocidad», señaló el FMI en su informe Panorama Económico Mundial.

De todos los países analizados, el organismo mantiene sus perspectivas negativas para Brasil, que se contraerá 3,3%, y Venezuela, protagonista de la peor crisis en la región, que caerá un astronómico 10%, aunque en 2017 la pérdida se reducirá al 4,5%.

Prevé que para este año la inflación seguirá desbocada: un 475,8% del pasado año, cifra que quedará empequeñecida con el 1.660% previsto para 2017. La tasa de desempleo también aumentará, desde 18,1% del pasado año al 21,4% en 2017.

El organismo financiero espera que la crisis económica venezolana «se profundice» en 2017, agravada por la prolongada caída de los precios del petróleo crudo que genera una sequía de divisas en un país absolutamente dependiente de su producción petrolera, además de que importa la mayor parte de lo que consume, ¡incluyendo gasolina, que trae desde Estados Unidos de Norteamérica: el IMPERIO tan repudiado por la cúpula dictatorial!

Pero el organismo reconoce que pronosticar el desempeño de la economía venezolana es «complicado» tras más de una década sin poder evaluar in situ el país.

El FMI observa que la desaceleración de las economías de América Latina y del Caribe lo obligó a ajustar hacia la baja su previsión de crecimiento en 2016, al cifrar una contracción de 0,6% en el PIB del conjunto de países que integran la zona. Eso significa una caída mayor al 0,4% previsto en julio del presente año.

Especifica que, además de Venezuela, los países exportadores de materias primas seguirán experimentando una desaceleración en 2017. A pesar de todo esto, el FMI espera para 2017 ver un rebote a +1,6% en las economías de exportadores de materias primas.

Algunos especialistas del área de la macro-economía que han denominado la realidad nacional como: «La Gran Depresión Económica Venezolana”, se refieren al deterioro que se empezó a advertir en los principales indicadores macroeconómicos a partir del año 2012 -cuando el difunto era Presidente-, y cuyas consecuencias se han extendido en el tiempo hasta la actualidad, no sólo en el plano económico, sino también en el político y el social, con sus funestas consecuencias en el contexto personal individual y grupal, familiar, profesional organizacional, laboral y demás.

El comienzo de la crisis económica supuso la explosión de distintos factoresː la crisis financiera, escasez de alimentos,  de medicinas, de repuestos, de libros, de materiales para la construcción, cierre de empresas privadas, la inflación, la falta de divisas (para particulares y empresas), y -finalmente- el aumento del desempleo, lo que se tradujo en el incremento de la delincuencia y el surgimiento de movimientos sociales encaminados a cambiar el modelo económico y productivo, así como en el cuestionamiento del sistema político, exigiendo una renovación democrática.

El movimiento social más importante es el denominado Movimiento Estudiantil Venezolano: “Los Nuevos Libertadores”, que brotó en mayor medida por la precariedad y las condiciones económicas de las clases media y baja; dos consecuencias de la crisis financiera.

La crisis se ha extendido más allá de la economía para afectar a los ámbitos institucionales, políticos y sociales, dando lugar a la denominada “Crisis en Venezuela de 2013-2017” que continúa en el presente y futuro cercano. ¿Cómo pedirle peras al olmo? ¿cómo esperar que un equipo humano produzca avance si quien lo preside tiene un perfil de formación formal inmensamente escueto? ¿cómo suponer que su visión panorámica de lo actual sea la más nítida y objetiva? ¿cómo imaginar que su capacidad de concepción del futuro a construir sea la mejor? ¿puede dársele más poder a ese conjunto gubernamental?

A continuación, se mencionan algunos indicadores de la crisis de los últimos años en esta Venezuela socialista:

Desempleo: el desempleo, que marcaba un mínimo histórico durante mediados de 2012 con 890.000 personas (un 7,82% de la población activa), pasó a registrar un máximo histórico ¡con más de 2.700.000 desempleados (un 18 %)! en el primer trimestre de 2016, con un desempleo juvenil (desempleados menores de 25 años) de más de 349.000 personas (26,5 %). Como se indicó en párrafos anteriores la tasa de desempleo también aumentará desde el 18,1% en 2016 hasta el 21,4 % en 2017.

Ingreso por salario mínimo de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas. El PIB registró un decrecimiento continuado durante el primer semestre de 2013 que provocó, que Venezuela entrase en una recesión en el tercer trimestre de 2014. De acuerdo con FMI: el PIB de Venezuela retrocederá 7,4% en 2017 y 4,1% en 2018

Calificaciones crediticias: de acuerdo con la mayoría de las agencias de calificación, a inicios de 2013, las calificaciones crediticias de Venezuela fueron rebajadas a «bonos basura» o por debajo de grado de inversión con perspectivas negativas. ​ En un poco más de un año, la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor´s (S&P) rebajó la calificación crediticia de Venezuela en tres ocasiones; desde“B+” a “B” en junio de 2013, desde “B” a “B-”, en diciembre de 2013 y desde “B-” a “CCC+” en septiembre de 2014. ​ Fitch Ratings bajó cada una de las calificaciones crediticias de Venezuela en 2014 desde “B+” a “B”. ​ En diciembre de 2013, Moody ‘s Investors también rebajó ambas calificaciones desde “B1” y de moneda extranjera “B2” a “Caa1”.

La gran mayoría de las organizaciones mencionadas en el párrafo anterior, evaluando la crítica situación venezolana, han rebajado en este 2017 la calificación crediticia de Venezuela a  “CCC-“, como: Riesgo de Incumplimiento de Pago ¡sin expectativas de mejorar!

Las razones señaladas de los cambios de calificación crediticia fueron el gran aumento de la probabilidad de un colapso económico y financiero, debido a las políticas del régimen político venezolano y una tasa de inflación «fuera de control». ¿Cómo pensar que sea controlado por  unos alucinados en un dogma que ya ha demostrado sus consecuencias funesta en otras latitudes y que dan señales de que no pueden salir de esa embriaguez?

La S&P ha rebajado la nota crediticia de Venezuela a “CCC-“ manteniendo una perspectiva negativa, ante el incremento de las protestas en contra del actual régimen gobernante  y las previsiones poco alentadoras para la economía nacional.

Según S&P la decisión ha venido como consecuencia de “la falta de medidas correctivas sustanciales para estabilizar la economía, aliviar la escasez e invertir el reciente crecimiento de la polarizada política la cual podría llevar a un empeoramiento de la liquidez externa y el incumplimiento de la deuda”. ¿Cómo figurarse que un conjunto de sujetos que ha expuesto -¡durante años!- su magna ineptitud para el manejo de lo económico-financiero pueda mejorar tal liquidez y cumplir con los compromisos nacionales? ¿cómo firmarles un cheque en blanco este domingo 30 de julio?

Pero lo mencionado por la calificadora no es lo único que mantiene preocupados a los inversores, pues la probabilidad de ver un posible escenario de default se ha incrementado a un 56% para los próximos 12 meses, impulsado en parte por la caída de las reservas internacionales a nuevos mínimos históricos.}

Un estudio realizado por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros  (CENDAS-FMV), indica que la cesta básica, sube 1 % diariamente siendo los productos de consumo los que experimentaron un mayor aumento: raíces, tubérculos y otros (29,4%); frutas y hortalizas (27,4 %), pescados y mariscos (22,6%); azúcar y sal (22,5%); carnes y sus preparados (21,3%). Los precios no dejaron de aumentar hasta julio de 2016, donde el Îndice de Precios del Consumo (IPC) marcó el 700%, su nivel más alto desde 1996. 

Por estas razones y muchas otras, la gran mayoría de los venezolanos han venido reclamando desde hace varios meses un cambio de régimen de gobierno, con una nueva filosofía macro-económica y un hilo conductual cien por ciento democrático y con base en el conocimiento académico.

 

 

 




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