(Foto AFP)

En el medio de dos catástrofes naturales que sucedieron en el mismo lugar, pero con más tres décadas de diferencia, los nombres de dos pequeños simbolizan los esfuerzos de la población por encontrar vida bajo los escombros. Ellos fueron «Frida» y «Monchito»

El 19 de septiembre de 1985 sucedió en México el terremoto de magnitud 8.1 que, hasta ese momento, había sido el más devastador de la historia mexicana. 32 años después la tragedia volvió a sacudir al país.

Primero, el 7 de septiembre, tuvo lugar un sismo de 8.2 que sacudió el país. Especialmente la capital, el antiguo DF. Este martes, en el homenaje a los más de 30 años del terremoto de 1985, un segundo temblor de 7.1 tomó por sorpresa a los mexicanos.

México no es el mismo después de ese primer golpe de la naturaleza. Hoy en día, aunque están mucho más preparados para eventos de este tipo, los terremotos no dejan de ser un tema complicado.

El 19 de septiembre será una fecha histórica para la tierra azteca. Los más conectados con esta situación son aquellos que perdieron a sus seres queridos, sus viviendas, sus pertenencias o sus recuerdos. No hay exactitud con respecto a la cantidad de muertos que hubo en 1985, pero podría aproximarse a los 6.000. Ahora, en 2017, se conoce del fallecimiento de al menos 273 personas.

Hace 32 años un niño movió a centenares de personas para realizar «el último rescate». Luis Ramón, un pequeño que se encontraba en la casa de su abuelo en el momento del derrumbe, podía estar con vida. Rescatistas iniciaron su búsqueda hasta el 11 de octubre de ese año… Nunca lo encontraron, ni vivo ni muerto.

«Monchito», como fue apodado, se comunicaba con los rescatistas mediante golpes. Los hombres y mujeres que colaboraron en su búsqueda estaban seguros de que entre los escombros encontrarían a un niño pequeño y a su abuelo, ambos con vida.

Monchito nunca apareció. Su caso fue llamado «el rescate imposible», pues aseguran que el niño nunca estuvo allí y que de estarlo, habría muerto al instante. Su cuerpo nunca se encontró.

Más de tres décadas después la historia se repite con Frida Sofía. Esta niña fue nombrada así por sus rescatistas. Quedó atrapada entre los escombros del Colegio Enrique Rébsamen.

Los voluntarios afirman que escuchan su voz y que eso les ha permitido acercarse hasta su ubicación. La tecnología infrarroja que utilizaron les permitió concluir que sí había alguien con vida en el lugar. Aparentemente, la niña ha movido su mano y esos movimientos han sido percibidos.

Frida Sofía no es su nombre real, ya fue realizado el censo del centro educativo. Ninguna alumna tiene ese nombre. Todas las niñas llamadas Frida o Sofía fueron ubicadas. La niña que se encuentra debajo de esas losas, no está en ninguna lista de esta escuela.

Todos los niños y docentes que hicieron vida en esta escuela están a salvo en casa, recluidos en hospitales o, lamentablemente, muertos.

Han pasado tres días desde el derrumbe de este colegio y la misión de rescate de Frida no ha concluido. Mexicanos han comparado su caso con el de Monchito, dudando de su existencia.

Sargentos de la Marina mexicana han dado diferentes versiones. Hay quienes afirman que bajo los escombros hay vida aún, que podría tratarse de una mujer. Otros dicen que ya no queda nadie en ese lugar y que la única persona que faltaba por rescatar era una maestra que fue encontrada sin vida ayer.

Las labores de rescate continúan a lo largo de todo México para dar con el paradero de los centenares de mexicanos que aún no han vuelto a casa. Sin embargo, es posible que Frida nunca existiera.

 




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