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María Antonieta Rejón logró una meta difícil de alcanzar para muchos (Foto: Cortesía)

Fueron años muy duros para María Antonieta Rejón. Como migrante venezolana en Estados Unidos, llegó sola, embarazada y con una única maleta en febrero de 2016 a enfrentarse con una realidad totalmente distinta en la que ni siquiera podía ejercer su profesión. En ese momento ni en sus mejores sueños podía imaginar que obtendría la certificación OKU de la Universidad de Boston que otorga la Sociedad Nacional de Honores Dentales.

Solo cinco mil 400 estudiantes se han graduado desde 1914 con esa estola diferente y la condecoración de una medalla especial que reconoce la erudición y el carácter entre los estudiantes de odontología. Uno de ellos es María Antonieta quien lo logró el 20 de mayo de 2022 junto a otros 10 extranjeros, entre ellos solo cuatro latinoamericanos, incluyéndola.

El camino no fue fácil. A los tres meses y medio de haber dado a luz a su hijo, y con un nacimiento complejo, porque el bebé tenía una condición de salud especial, ella comenzó a trabajar en Estados Unidos.

Lo hizo gracias a la recomendación de una amiga de la tía de su mejor amiga, quien estaba allá trabajando como asistente dental. “Fui como voluntaria porque la practica odontológica aquí es muy diferente a cómo se maneja en Venezuela y en muchos países… Fui como pasante y me dijeron que querían que iniciara como asistente, esperé mis documentos y comencé a trabajar”.

La compleja realidad del migrante

Ella es egresada de la Universidad de Carabobo, fue la primera de su promoción y se graduó cum laude. Tenía su propio consultorio, un postgrado en cirugía y un nombre como profesional formado gracias a su trabajo.

Pero en Estados Unidos nadie la conocía. “Yo dejé a mi familia y me vine sola con una maleta porque la situación política y económica en mi país estaba muy difícil… Fue muy difícil la adaptación porque en Venezuela tenía mi consultorio y un nombre hecho, llegar aquí a ser nadie y trabajar desde cero como asistente dental, tener que marcar hora de entrada y de salida porque pagan desde el minuto que entras hasta que terminas… en mi primer día yo lloré porque allá era la doctora y aquí era nadie”.

Afortunadamente, al mes de haber migrado su familia llegó y estuvo ahí para apoyarla. En varias oportunidades le tocó simplemente callar sus conocimientos. Si llegaba algún paciente y ella tenía el diagnóstico no podía decirlo porque no estaba certificada para eso. “El primero y el segundo año son los más difíciles, realmente fuertes, pero todo pasa”.

También se sentía devastada. Muchas personas le habían dicho que era imposible que trabajara como odontólogo allá, que no podría hacer la revalida y que lo máximo a lo que podía aspirar era a ser higienista.

La gran sorpresa

Afortunadamente, nada fue como se lo habían dicho. Ella estaba en contacto frecuente con una de sus profesoras del postgrado y en una oportunidad fue a comer con ella que estaba de visita en Estados Unidos y se enteró que su hijo había comenzado el proceso de revalida y se dio cuenta que sí se puede, solo era cuestión de estudiar mucho.

“Cuando mi hijo cumplió un año comencé a estudiar con una chica que conocí donde trabajaba, había que tomar dos exámenes nacionales de odontología, después uno de inglés, para luego poder hacer la aplicación a la universidad”.

María Antonieta pasó los dos exámenes, en el TOEFL que es la prueba de inglés, obtuvo un buen promedio y pudo aplicar para la Universidad de Boston. “Bendito dios que enseguida, a los cuatro días me llamaron a la entrevista y en cuatro días más me dijeron usted ha sido aceptada a la Universidad de Boston”.

Lo siguiente fue mudarse desde Florida a Massachusetts, cumplir con el programa de dos años de la revalida y de pronto recibió un correo electrónico de la OKU debido a su excelente promedio. Le pidieron currículo, actividades académicas extras y el aporte que había dado a la universidad.

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La certificación de la OKU solo la recibieron este año 10 extranjeros, entre ellos María Antonieta Rujón (Foto: Cortesía)

“Mi currículo era netamente para trabajar, pero pude decir que me gradué primera en mi promoción, cum laude, que fue preparadora por cuatro años, profesora apenas me gradué en la Universidad de Carabobo, hice postgrado, y que en la Universidad de Boston fue embajadora de la institución en varios ámbitos y trabajé como asistente de profesores”.

Fue así como es parte de la exclusiva lista de odontólogos reconocidos por la OKU y a la que a muchos profesionales les cuesta años entrar. Algunos ni siquiera lo logran.

La historia de María Antonieta no es inédita y ella lo sabe. “Cualquier migrante te puede contar lo mismo… Es muy duro, pero es un proceso de determinación, agradecimiento y mucho trabajo”.

Ella aún no tiene otra vez su consultorio propio. Está a la espera de que le llegue el título oficial para gestionar sus credenciales y trabajar nuevamente como odontólogo. Con eso es suficiente por los momentos. “Voy poco a poco y estoy profundamente agradecida con Dios y con quienes me ayudaron”.




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