Carabobo es una página de oro, escrita con la tinta del sacrificio, honor y heroísmo.

Una versión nos indica el origen de la palabra Carabobo; en voz Aruaca significa: quebrada o sabana de muchas aguas.

Magistral campaña propia del genio de nuestro Libertador Simón Bolívar, quien recorrió 65.000 kilómetros, para liberar casi cinco millones de kilómetros cuadrados, convertidos en un manojo de seis naciones libres.

ANTECEDENTES.

Primera batalla de Carabobo realizada el 28 de mayo de 1814 en la misma llanura.
En esa oportunidad las fuerzas del Libertador estaban ubicadas de espalda a Valencia.

Liberación de Guayana en 1817, que permitió la navegación por el río Orinoco, la logística que ofrecía las misiones del Caroní y las comunicaciones con el exterior.

Campaña de la Nueva Granada en 1819, la cual culminó después de atravesar el páramo de Pisba con el triunfo en Boyacá el 7 de agosto.

La Revolución en Cádiz de los comandante Rafael Riego y Antonio Quiroga el 1ro de enero de 1820, la cual no permitió el envío de 20.000 soldados para reforzar al disminuido ejército de Morillo.

Los Tratados de Trujillo en noviembre de 1820, que permitieron la suspensión de las hostilidades por seis meses.

El pronunciamiento de Maracaibo el 28 de enero de 1821, entendida por el general realista Miguel de La Torre como una violación a los Tratados de Trujillo.

Bolívar y De La Torre acordaron reiniciar las operaciones militares el 28 de

Gral. Urdaneta, salió de Maracaibo, liberó Coro el 11 de mayo, siguió a Carora.
Por enfermedad entregó el mando al coronel merideño Antonio Rangel, quien llegó el 19 de junio a San Carlos luego de recorrer 590 kms.

Gral. José Antonio Páez salió el 10 de mayo de Achaguas, no sin antes rezar en la capilla y ofrecer un Nazareno; avanzó al frente de 1.000 infantes y 1.500 jinetes, movilizaba dos mil caballos de reserva y cuatro mil reses para dar de comer a su ejército; recorrió 610 kilómetros.

El 15 de junio en San Carlos, el Libertador organizó el Ejército en tres divisiones; la Primera al mando de Páez, la Segunda al mando de Gral. Manuel Cedeño y la Tercera a las órdenes del coronel Ambrosio Plaza, para un total de 4.000 infantes y 2.300 de caballería.

El ejército realista lo integraron 4.279 soldados al mando del general Miguel de La Torre y Pando.

Bolívar salió con su ejército desde san Carlos rumbo a la gloria el 20 de junio.

El 23 en la llanura de Taguanes, pasó Revista a su ejército, muchos uniformados por primera vez, luego de once años de lucha, gracias a febril actividad de las insomnes costureras de Guanare.

El Libertador concluyó su arenga con voz profetica: “¡Soldados, mañana seréis invictos en Carabobo! .

El Ejército realista se instaló en la llanura cubriendo las rutas hacia San Carlos y El Pao; colocó a sus fuerzas en forma escalonada con las dos únicas piezas de artillería al frente.
Era difícil ejecutar un ataque frontal.

El 24 de junio en horas de la mañana, Bolívar instalado en el cerro de Buena Vista, utilizando un catalejo, observó el dispositivo enemigo.

Con la información recibida de algunos baqueanos, ordenó que éstos indicaran la ruta de avance a la división de Páez para ejecutar una operación de Desbordamiento a través de la colina El Chaparral.

Utilizando macheteros Páez avanzó por la Pica de la Mona hasta la retaguardia de los realistas enfrentándose al batallón Burgos.

El Bravos de Apure al presentar varias bajas, fue relevado por el batallón Cazadores británicos al mando del intrépido coronel inglés Thomás Ilderton Ferriar, quien
ordenó “rodilla en tierra”, obligando al Burgos a retroceder; en su auxilio llegaron los batallones realistas Barbastro y Holtalrich.

El Bravos de Apure ya rehecho y reforzado con el batallón Tiradores, continuó la acción exitosa.

Algunas unidades se rindieron y otras se retiraron del campo de batalla.

El comando realista en completa derrota, protegido por el batallón Valencey al mando del coronel Tomás García, se movilizó hacia el castillo San Felipe de Puerto Cabello.

En la persecución del Valencey, murieron los valerosos oficiales: Manuel Cedeño denominado por Bolívar “el bravo de los bravos de Colombia”; igualmente Ambrosio Plaza no sin antes exclamar: “muero en este campo de victoria, en el punto más avanzado adonde no llegó Páez”; la camisa del capitán Ángel Bravo recibió catorce lanzazos sin que fuese herido, dijo Bolívar: “merece un uniforme de oro”.

Páez en plena acción sufrió un ataque de epilepsia, es salvado por el comandante realista, el venezolano Antonio Martínez, quien lo envió a sus filas con el Tte. Alejandro Salazar (alias Guadalupe).

Los tenientes Rafael Mendoza y Vicente Piedrahita, encargados de la ingrata tarea de enterrar a los fallecidos en combate, consiguieron dos valerosas mujeres uniformadas y con el pelo recogido, de las 25 que pelearon en el magno combate que duró una hora; los niños de Tocuyito y Tinaquillo ayudaron a enterrar a los cadáveres.

Los realistas perdieron en la batalla entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos: 122 oficiales y 2786 soldados; las pérdidas republicanas según el parte oficial apenas eran de 200 muertos y heridos.

El Libertador desde Valencia envió el Parte de Guerra al Presidente del Congreso el 25 de junio, inició su mensaje:

“Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria, el nacimiento político de la república”.

El general Santiago Mariño se quedó en Valencia y el coronel Antonio Rangel es enviado a sitiar a los realistas en Puerto Cabello.

Bolívar y Páez se dirigieron a Caracas, adonde llegaron el 29 de junio.

En Carabobo lucharon venezolanos de todas las clases sociales y de todas las regiones, hombro a hombro con trescientos sesenta voluntarios extranjeros.

Después de la batalla de Carabobo, hasta lograr la salida definitiva del ejército español con la Toma de Puerto Cabello el 8 de noviembre, se realizaron unas sesenta acciones militares.

El 24 de junio de 1939, el “Poeta del Pueblo”, Andrés Eloy Blanco en su elocuente discurso ante el Congreso, denominó a Carabobo como: “El domicilio histórico del Ejército venezolano” y el presidente de la república el general en jefe Eleazar López Contreras el 12 de junio de 1939, designó: «24 de junio Día del Ejército».

Tenemos la deuda histórica de colocar en la inmortal sabana de Carabobo los monumentos de: La heroína venezolana, “Mujer hecha Patria”, del Niño Héroe “Semillero de Esperanzas”, del sacerdote Anónimo, “verdadero patriota con sotana” y del abnegado médico.

No volvamos la mirada al pasado, solo para extasiarnos en su grandeza y significado, sino que sirva para reflexionar sobre las jornadas del presente y futuro.

Eumenes Fuguet Borregales.
eumenes7@gmail.com

 




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