El 2018 ha sido un año caótico para el bolívar que el gobierno de Nicolás Maduro anunció que revaluaría quitándole tres ceros, una decisión que se fue atrasando mientras se la comía la inflación rampante, hasta que terminó sin cinco ceros y con el apellido de “soberano”.

La reconversión monetaria se puso en marcha el 20 de agosto y el Banco Central de Venezuela (BCV) oficializó la devaluación del bolívar en 95,8 % tras indicar que la tasa oficial de cambio pasaba de 2,49 a 60 bolívares “soberanos”.

Mientras tanto, en la vida que transcurre fuera de las instituciones oficiales, se observa con más frecuencia que las transacciones comerciales tuvieron como referencia el precio del dólar paralelo, al punto de que algunos vendedores optaron por pedir pagos en divisas por los productos o servicios que ofrecen.

La reconversión monetaria provocó, sin embargo, que se agilizaran las transacciones en el país petrolero que ya lleva más de un año inmersa en un proceso de hiperinflación que se come el poder adquisitivo del bolívar en cuestión de horas.

Venezuela cierra el 2018 con una inflación que el Fondo Monetario Internacional calcula en el 2.500.000%, un índice que diariamente registra aumentos de precios de hasta 4% y que el 2019 cerrará con diez millones por ciento de inflación.

Los economistas observan que en estos 12 meses Venezuela ha sufrido la etapa de hiperinflación “más dañina” en la historia de América Latina, seguida desde muy lejos por Bolivia que en 18 meses registró un ciclo hiperinflacionario que hizo que los precios subieran el 23.454 %.

Sin embargo, esta situación sigue sin estar en su peor momento. De acuerdo con los analistas, este ciclo puede empeorar sustancialmente.

Según los datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, la cesta de básica en octubre se situó en 82.451,82 bolívares o 960 dólares según el cambio oficial de ese momento enmarcado en el Dicom, sistema de cambio de subastas que usa hoy en día el Estado y que varía semana a semana.

Mientras, el salario mínimo ha aumentado dos veces desde agosto a diciembre y ya se eleva a 4.500 bolívares (casi 30 dólares al cambio actual).

Como telón de fondo de este escenario se ubica la caída de la producción de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), un país monoproductor y monoexportador de crudo.

Para el 2019, según analistas de la reconocida firma Ecoanalítica, la perspectiva es que Pdvsa solo produzca 500.000 barriles por día -en 2012 llegó a los 3.000.000-.

De acuerdo con recientes datos divulgados por la OPEP, la producción de Venezuela se situó en octubre en 1,17 millones de barriles diarios, 39 % inferior a la promediada en todo 2017, lo que también ha llevado a un dramático recorte de las importaciones que se traduce en escasez de medicamentos, alimentos y todo tipo de artículos.

El recorte de importaciones por la caída de precios petroleros ha terminado provocando el colapso del producto interno bruto que ha originado el ciclo hiperinflacionario, que este año ha dejado sorprendidos y con poca velocidad de reacción a la mayoría de los venezolanos.

El gobierno decidió fijar los precios de casi 30 alimentos, lo que causó la inmediata desaparición de la mayoría de estos productos en bodegas y supermercados, como es el caso de la carne de vacuno, el pollo o los huevos.

La principal patronal de Venezuela, Fedecámaras, aseguró no observar ninguna mejoría en la economía con el plan de “recuperación” implementado por Maduro y que, por el contrario, este paquete acrecentó la hiperinflación, la emisión de dinero inorgánico, el cierre de empresas, la escasez y la diáspora venezolana.

Entretanto, el gobierno de Maduro ha insistido a lo largo de todo este año en impulsar la criptomoneda petro que lanzó a fines de 2017, un activo sancionado por Estados Unidos y declarado ilegal por el Parlamento venezolano, de mayoría opositora, que reitera que esta moneda no aparece en la Constitución del país.

El 2018 cierra en Venezuela con la peor Navidad de su historia mientras empresarios y economistas piden con urgencia un cambio de modelo económico que aseguran, solo pasa por un cambio de Gobierno, que se abra a la inversión, que elimine los controles y que los ciudadanos puedan comprar lo que deseen.




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