Uno de los errores más frecuentes de esos politicastros de pocos quilates es desestimar la capacidad intelectiva del pueblo. Eso sucede cuando con naturalidad y con mucho énfasis engañan descaradamente al pueblo, le mienten, le esconden la verdad, menospreciando la capacidad de entender, falsamente convencidos que obrando así se ganan su consenso. Craso error, porque ese pueblo no es ningún tonto ni ningún “pende…nciero” y con esa sabiduría sencilla y campechana sabe perfectamente lo que está pasando en el país. Y lo sabe, entre otras cosas, porque es el primero que sufre en carne propia todos los problemás que esos políticos analfabetos y alevosos pretenden ocultar o disfrazar bajo esas motivaciones aparatosas pero carentes de lógica.

Yo se que buscar a quien echarle la culpa siempre ha sido una prerrogativa connatural del hombre. Comenzó Eva, echándole la culpa a la serpiente, siguió Adan echándole la culpa a Eva y de allí hasta nuestros días se ha vuelto “normal” en todos los seres humanos carentes de hombría buscar a quien echarle la culpa por las equivocaciones cometidas. Por supuesto, donde más está arraigada esa falta de honradez   –  porque tratar de tratar de echarle la culpa a otros en lugar de asumir sus propias responsabilidades es falta de honradez   –  es en el ambiente  político y el prototipo de esos embaucadores ha sido Fidel Castro y su hermano que,  durante más de medio siglo, con distintos matices, pero con los mismos argumentos trillados, le han echado la culpa al imperialismo yankee y al embargo americano, por la miseria, por el hambre y por el fracaso de la revolución cubana!

Claro está que en la isla caribeña la pobre gente, so pena de ir presa o algo peor, nunca ha tenido otra alternativa que aceptar como cierto todo lo que dice el líder máximo. Que más remedio! En un país medianamente democrático, en cambio, donde cada quien puede expresar sus propias opiniones y disentir de lo que dice el político de turno,  pretender buscar excusas vacuas frente a situaciones de emergencia, como delincuencia, inflación, desabastecimiento, costo de la vida, entre otras, o tratar de echarle la culpa a otros   –   imperialismo yankee, CIA, comerciantes acaparadores, productores oportunistas y peseteros,    –    por los tantos problemas que confronta el país, no solamente no tiene sentido, sino que surte el efecto contrario.

Lo peor que pueda haber entonces, tanto en las relaciones interpersonales, a nivel de pareja o entre padres e hijos, como en el trato  entre un líder político y las masas, es subestimar la capacidad intelectiva de la contraparte. Es una postura afrentosa, ofensiva, de ostentada  e inoportuna superioridad . Y eso no puede ser!  El pueblo acepta y hasta necesita promesas durante una campaña electoral, para que la esperanza de mejorar su condición   tenga algún soporte, así sea ilusorio y fugaz, pero durante el ejercicio del poder, es decir cuando esas promesas deberían concretarse, exige la verdad, quiere transparencia,  no acepta más mentiras y, sobre todo, no tolera menosprecio, porque no está en juego solamente su supervivencia, que no es poco, sino y sobre todo su dignidad! Y con eso no se puede ni se debe jugar, so pena de perder, y para siempre la  credibilidad y la confianza !

Desde  Italia  –   Paolo Montanari  Tigri

 

 




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