Cada día estoy más convencido de que la mayoría de la gente cree que en este mundo en el cual vivimos hay una sola moral que seguir para comportarnos de la misma manera, obedecer a los mismos mandamientos, evitar los mismos vicios, aspirar a las mismas virtudes. Es utópico pero…que bello sería! Sin embargo hay un campo en el cual hay una moral “sui generis” que contrasta abiertamente con esa moral de la cual estoy hablando y, por ende, con esos valores y con esos principios antes señalados y por lo cual es que quisiéramos que se rigieran todas las actividades de los seres humanos, y ese campo es la política.
El alemán Von Clausewitz decía que la guerra otra cosa no era que la política conducida con medios violentos de manera que, al igual que en una guerra, los contendientes recurren a cualquier medio, así sea ilegal, para tratar de imponerse y, por lo tanto pueden mentir, pueden engañar, pueden insultar, pueden hacer promesas y no cumplirlas, pueden hacer trampas y luego argumentar cobardemente, que esas cosas las hacen solamente los otros, los enemigos…o sea la oposición.
Logicamente no quiero generalizar y pensar que todos sean así. Reconozco que ha habido políticos de alta moralidad que, aún debiendo recurrir en determinados momentos a…maquinaciones raras para imponerse, han sido políticos que han merecido el total reconocimiento de su país. Sin embargo el verdadero peligro de esa carencia de principios y valores y, por lo tanto de esa “doble moral” está representado por esta nueva clase dirigente neófita, políticamente nueva pero ideologicamente vieja y frustrada moralmente y humanamente “escuálida” -término tristemente trillado en este país- se aprovecha de la libertad política que la Constitución otorga, para excitar los ánimos, para hacer promesas absurdas, para crear ilusiones, para provocar a la gente inculcando rencor y odio, en otras palabras para crear un peligroso estado de desconfianza con consecuencias imprevisibles para la vida del país.
Desde Italia – Paolo Montanari Tigri