Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí»

Anónimo

La indiferencia es sin duda una puerta hacia el mal y una forma ostensible de pobreza espiritual, eso que el hombre pedestre denomina crisis de valores, “ el venezolano lesiona al venezolano”, o quien sabe cuántas tonterías de aquellos quienes creen en la filosofía popular, como si el acto de pensar con racionalidad, se produjese por generación espontánea o por un acto de inmediatez, he allí nuestro verdadero drama asumir que la filosofía popular tiene la facultad de producir racionalidad y certidumbre en el saber, es decir asumir que el trabajo intelectual puede ser desplazado por la empírea, nada más lejano de la realidad y por ende más cercano a la anestesia del alma el daño social y la pobreza del alma,

Entonces vaciados del alma, podemos coexistir con Super Bigote y Drácula, epitome de la estulticia colectiva y hacernos todos personajes de Carroll, en una suerte de las aventuras sempiternas de una Alicia en el país de las maravillas, que vive en la sinrazón, en la locura onírica y desde luego en la indiferencia, para la lógica la indiferencia es una contradicción repulsiva, incluso Dante, inquiere a Virgilio su maestro en el tercer circulo del infierno y le pregunta por unos gritos y suspiros que no venían del averno, la respuesta de virgilio es que esas quejas venían del anti infierno, lugar al cual van los ignavos, los flojos en postura, los acomodaticios, quienes se apegan a cualquier firma de injusticia para vivir sin tomar en cuenta que los tibios serán despreciados por el juicio de Dios.

Somos una sociedad de ignavos, que coexisten con sus verdugos, que los han trocado en sus modelos a seguir, en sus ejemplos, así Super Bigote y Drácula, pletóricos en caricatura y en sinsentido de Carroll, discurren sus días simulando ser académicos, conviviendo con importantes gremios que tienen el control de ser el contrapeso en la sociedad, pero que ahora exhiben órdenes y galardones espurios por inmorales, que hacen leve las crueldades cometidas, el resto de los indiferentes los personajes del poema de Niemöller atribuido también a Bertold Brench, nos encontramos solos sin que nadie oiga nuestros gritos, sin ayuda, en anomía.

Es muy triste esta soledad, pero a la vez reivindica no haber traicionado nuestro relato, ser dueños de nuestra historia y no actuar como un fenómeno de feria exhibido, para lavar el rostro a un régimen, absolutamente cruel, inhumano y ausente de la más mínima otredad, el silencio de muchos académicos es un grito de culpa, los otrora manifiestos jurídicos de las facultades de Derecho del país, frente a la violación consuetudinaria de la ley, solo ratifican que hay quienes tienen precios altos, bajos, pero al final son cosas, se han desprovisto de su carácter óntico para cosificarse, vaya metamorfosis horrida, inferiores a blatodeos no producen asco, sino conmiseración un profundo dolor de ver como han sido comprados y se prestan para lavar la imagen de un régimen bañado en sangre, lágrimas y terror.

Están condenados al anti infierno, a ese lugar a donde van ,los cobardes y nada de lo que hagan hoy en términos de genuflexión les granjeará la paz y la tranquilidad, consumado están, sobre sí pesan los dedos de quienes traicionaron, así como aquellos actos vacuos de Aula y constitución, trocados en Aula para la obediencia y la indiferencia, es este el peor de los fracasos de un docente, ser despreciado por sus estudiantes, convertirse en un adefesio imposible de modelar y ser una referencia de aquello que no se debe hacer, la traición a los propios ideales es el saqueo voluntario al alma, la sincera manifestación de abrir la puerta al mal, de ser leves, caerán en una madriguera a los Carroll que los llevará al sinsentido de sus vidas.

Esos que hoy se exhiben con los verdugos, son la mano tembleque de la mordaza, que mañana les asfixiará, son la ayuda a la cerradura de la ergástula que les encerrará o al menos vivirán el horror de saberse siempre sospechosos, vulnerables y deudores de las tropelías que este régimen apunta y está siempre dispuesto a cobrar.

A sus traiciones dejo mis incisivos, caninos y molares, impidiendo decirles todo cuanto se merecen, pues no existe un calificativo para semejante acto de cobardía, anestesia social, indolencia y maldad, pesen sobre sus hombros el llanto, el dolor, la sangre y la muerte sembrada por el chavismo, exhiban sus medallas, bandas y trofeos maculados con la sangre de los inocentes, estoy seguro que estas líneas les causaran risa o absolutamente nada, mi intención no es ser la conciencia moral, de quien está escindida totalmente de ella, el pago a la traición señores es el horror y sus galardones son la más horrida demostración de postración al mal y de traición a los mártires de estos mustios, hediondos y feos años, en los cuales ustedes ocupan un lugar privilegiado en el panteón de los vicios. ¡Que Dios los perdone, su infinita misericordia se apiade de ustedes, yo soy tan humano que sencillamente no puedo hacerlo!




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