“He entendido siempre la obesidad como un problema complejo de distorsión psicosocial, en parte un error presente en la “modernidad” evolutiva humana, que involucra, entre otras variables muy perceptibles, dos comportamientos básicos: la sobreingesta alimenticia y el sedentarismo en la conducta”. Este comentario lo presento a los lectores de El Carabobeño, ante el creciente desarrollo convergente de la ansiedad, notable en ciertos sectores de la colectividad venezolana y mundial, con miras a reactivar nuestra consciencia sobre el problema. Veamos…

El crecimiento estadístico sostenido de la obesidad en la mayoría de los países del mundo representa en estos momentos una gran amenaza para la salud de sus pobladores, a quienes podemos ver como si fuesen unos grandes y desbocados consumidores de extravagancias alimenticias. Aunque, socialmente, a la preocupación por la obesidad se le estime como un hecho meramente estético y, aun cuando sabemos que pueden encontrarse obesos metabólicamente sanos, el problema puede salírsenos de control. ¡La tentación por la mala alimentación ya está instalada en mucha gente!

Según datos muy serios de Samocha-Bonet, Chisholm, Tonks, Campbell, & Greenfield, ya en el año 2012 el sobrepeso y la obesidad humana incrementan sustancialmente el riesgo de padecer diversos trastornos de la salud física, que pasarían, negativamente, a transferirse a la salud mental y social, y por esto se concluye conque la obesidad se ha convertido -casi- en una epidemia mundial.

La agitación, y en particular la condición de impulsividad es considerado como el predictor más fuerte del sobrepeso, ya que suele ser necesario que para mantener un peso saludable se siga una dieta balanceada y un programa de actividad física constante, lo cual implica compromiso serio y moderación, algo generalmente difícil de sostener para los individuos altamente impulsivos.

»Actualmente, nos encontramos ante una criatura (a toda edad) sedentaria y omnívora, la humana, inmersa en un ambiente de la abundancia, lo cual hace que la obesidad sea prácticamente inevitable y envolvente».

Independiente de su valor nutricional, el ser humano está dispuesto a comer casi cualquier elemento en la naturaleza: vivo o muerto, crudo o cocido, animal, vegetal, y hasta algunos minerales y, aún especies sofisticadas que podrían estar en su menú. Los seres humanos somos omnívoros y sólo algunas regulaciones sociales detienen, para la mayoría, nuestro voraz apetito martillo.

La obesidad cada vez más está asociada con aumento de afectos negativos, lo cual se refleja en emociones como la angustia, ansiedad, ira, disgusto, miedo y vergüenza. Esta asociación es atenuada por la enfermedad física. Aunque son relativamente escasos, estos trastornos suelen estar asociados con otras psicopatologías que frecuentemente son desatendidos. Se caracterizan por una alteración persistente de la alimentación o de la conducta alimentaria, que se traduce en el consumo alterado o de la absorción de los alimentos y que entorpece seriamente la salud física o el funcionamiento psicosocial.

La obesidad comienza y se desarrolla cuando es obvio que, sin una anomalía orgánica declarada, está presente una baja en la auto estima, y en la auto percepción del cuerpo de la persona afectada. Con el tiempo, la persona acabará sufriendo un problema de sobrepeso, de glotonería, ansiedad y obesidad sostenida y descontrolada.

Así, por el apremio alimenticio endógeno ya señalado, el obeso practica conductas de sobre-ingesta a toda hora, percibiendo el bienestar causado por la liberación de dopamina. Esta auto percepción de bienestar, pronto se convierte en una sentida decepción, y en auto señalarse por su condición física propia y actual.

»El concepto clínico y psíquico de ‘adicción a la comida’ ha ido ganando fuerte aceptación, y se basa en la baja significativa de la dopamina en obesos».

‘Favorecidos por la ineludible estigmatización social, y por la alienante presión de los medios, podemos considerar que los efectos emocionales secundarios más comunes de la obesidad son la baja autoestima, la falta de habilidades sociales, la visión distorsionada del cuerpo, la depresión, los pensamientos suicidas, sociales y de autocastigo‘. Elementos con los que tenemos que trabajar para rebajar y alejar los traumas y presiones ciudadanos.

El mejor método para abordar la epidemia de obesidad es la prevención primaria. El medio ambiental de calma, silencio, amigos, ideas vinculantes, deben estar en la planificación de la salud integral ante la obesidad.

Nota: Hay datos clínicos y observaciones conductuales tomados del Dr. Tamayo, D. y Dr. Restrepo, M., del artículo sobre “Aspectos psicológicos de la obesidad en adultos”. Revista Psicología, Universidad de Antioquia, 6(1), 91-112.

Y ya para concretar nuestra observación, y sin que dejemos de sugerir una recomendación de aplicación práctica inmediata, les diremos que nuestra idea fundamental es expresarles que el asunto: ¡No es dejar de comer, sino aprender a comer! ¡Y mucha gente no sabe como hacerlo (comer)!

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniz@yahoo.com




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