MAR DE LETRAS

Una mirada al mundo de la literatura, con sus obras, autores y anécdotas, desde una perspectiva cercana y fresca

¡Larga vida al Caballero de la Triste Figura!

Basta con recorrerla un poco para darse cuenta de que el Quijote está lejos de ser, en cuanto a forma, un texto de difícil transitar

caballero quijote
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Hay un nombre que persigue a todo aquel que intente adentrarse en el mundo de la literatura. Es una especie de fantasma, presente en los rincones de las bibliotecas o librerías que se visiten, y que no deja en paz a sus víctimas hasta el momento de haberse consumado su lectura final. Este espectro es nada más y nada menos que Don Quijote de la Mancha.

La gran obra de Cervantes es casi omnipresente en la sociedad actual. Alonso Quijano y Sancho Panza se pueden encontrar en el cine, en la escultura, en los refranes, en el lenguaje, en adornos altamente comerciados —como era de esperarse— e incluso en una canción de un reconocido rapero. El problema es que, a pesar de que convivimos con él, la mayoría de las personas no ha abierto siquiera una página del mundo cervantino.

Llegados a este punto, vale la pena acotar que el bajo porcentaje de lectores que se suelen pasear por algún lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, es entendible. La leyenda que se ha creado en torno al caballero andante más famoso de todos los tiempos lo ha alejado del público actual, por irónico que parezca. Y es que el primer obstáculo con el que hay que lidiar a la hora de adentrarse en esta obra es el de la supuesta elevación de su historia, que desde afuera es concebida como fuera del alcance para los ciudadanos comunes.

Sin embargo, basta con recorrerla un poco para darse cuenta de que el Quijote está lejos de ser, en cuanto a forma, un texto de difícil transitar. En lo absoluto. En cambio, uno termina por toparse con una trama interesante y divertida. Sí, divertida; yo, por ejemplo, nunca imaginé que me reiría tanto con un clásico de la literatura.

Esto se explica porque, en resumidas cuentas, Alonso Quijano está loco, y su locura lo lleva a protagonizar momentos hilarantes que han sobrevivido al paso de los siglos. Tan grande es su desequilibrio que un día le dio por convertirse en caballero andante —figura ya en desuso en la época— y salió al mundo a buscar aventuras, acompañado de Sancho Panza, a quien convenció de ser su “escudero”.

Pero no nos confundamos, Cervantes tampoco es un escritor simplista, pues usa la construcción de este anecdotario para introducir varios elementos importantes, que sí son de gran complejidad y que revolucionaron la forma de ver las novelas para siempre.

Volviendo al alejamiento contemporáneo entre la obra y los lectores, el otro inconveniente que suele surgir está relacionado a la extensión del texto. Muchas de las ediciones de calidad que se encuentran en el mercado tienen más de mil páginas, con comentarios y prólogos necesarios pero que ciertamente llegan a ser algo pesados, además de la innumerable cantidad de anotaciones a pie de página que permiten contextualizar aquellos sucesos en el mundo moderno. Estos detalles resultan decisivos para la ruptura con una sociedad que está acostumbrada a un consumo rápido que incluso contamina el entorno literario, con historias ligeras, simples y breves.

Por si fuera poco, el uso del lenguaje también puede entorpecer la visión de la novela desde una perspectiva actual. En la prosa se encuentran con facilidad oraciones, refranes y palabras que datan de los años mil seiscientos —sí, como la canción; al parecer fue un siglo movido— y no es sencillo acostumbrarse a ellas.

Este divorcio entre el texto y la sociedad, además, es bastante difícil de superar, pues el hecho de modificar alguno de los aspectos de la obra sería fatal para su propia esencia. El Quijote es el que es, y así debe quedarse, aunque ello implique dejar fuera de su alcance a un buen puñado de personas que no tengan muchas ganas de esforzarse.

Lo que sí puede hacerse es enfocar la exposición que recibe el libro en lo que contiene dentro de sí, y no en los productos comerciales que derivan de él, o en los falsos extractos que se suelen compartir en redes para proyectar una imagen más inteligente —aquello de "ladran, Sancho, señal que cabalgamos" nunca se menciona en ninguno de los más de 120 capítulos manchegos.

Finalmente, quienes que sí hayan podido superar estos obstáculos con paciencia y dedicación podrán encontrarse uno de los mejores libros que leerán en toda su vida. En el mundo cervantino hay de todo; amor, locura, humor y un enorme sentido de humanidad, que es probablemente la virtud más grande del Quijote y de Sancho Panza, su fiel escudero con el que uno termina por encariñarse tanto como con el protagonista principal.

De cara al cierre del 2024, lo considero la lectura más valiosa del año, por mucho. Ningún adjetivo es capaz de describirla; vale la pena desde la primera hasta la última página. ¡Larga vida al Caballero de la Triste Figura, que todavía anda merodeando por los valles de la lengua castellana!

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¡Larga vida al Caballero de la Triste Figura!

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