Cada día estoy más convencido, de la necesidad de transitar “el Darién“ que atravesamos, más como un proceso político complejo que como una coyuntura electoral. Estamos necesitados de una luz suficientemente potente para comprender el proceso y momento que respiramos. Debemos lidiar con la vieja cultura política electoralista; ambicioso fluido que circula por la sangre de organizaciones partidistas y dirigentes, que trasmuta lo electoral en un terreno de intrascendentes logros burocráticos, contabilizados en gobernaciones, alcaldías, diputaciones o concejalías, dirigidos solo a proveer a organizaciones, grupos y dirigentes, de poder de negociación y capacidad de usufructo del erario público.

Lejos de la cultura electoralista, se requiere visión política y estratégica para iluminar el camino, minado de intereses malvados, los cuales pisan un escenario de obstáculos y tonalidades que van de lo expresamente político, violaciones de lesa humanidad, tráficos dañinos diversos, destrucción nacional y antropológica, hasta el utilitarismo del país en complicaciones, querellas y perversidades geopolíticas.

Por otro lado, es necesario ponderar un adversario ambicioso e inescrupuloso, que se siente obligado a mantener el poder para preservar intereses que rayan en lo desconocido. Adversario aplicado, erizado de mecanismos, recursos y habilidades  que escalan en la represión, manipulación de la información y comunicación, desinformación y contrainformación, de avanzada tecnología política híbrida, a decir de los especialistas, probada con éxito en regímenes dictatoriales consolidados. Su principal ventaja es la subestimación que sus victimas hacen de él.

Este tramado de poder, no se enfrenta sólo con la gloriosa percepción y afirmación de que “somos mayoría y nadie quiere este gobierno”. Tal como lo esta haciendo MC, se trata de convertir esta afirmación en una formidable y eficiente organización política, donde lo electoral es motivante y concreto, para cumplir el claro propósito del cambio político global y no sólo de intrascendentes y fragmentarias cuotas burocráticas. Construir una ALIANZA NACIONAL, la cual califico de “todoterreno”, multisectorial y plural, no tradicional ni de cogollos, con capacidad contemporánea de comunicación y movilización; no del tradicional “frente de partidos y organizaciones de la Sociedad Civil“.

Una ALIANZA NACIONAL, de TODOS LOS VENEZOLANOS que quieren cambio, libertades, democracia y prosperidad.

La instalación de los 600 K es un paso gráfico, del poder político soberano de los ciudadanos, organizados no solo para las elecciones, sino para el cambiodel modelo político y económico destructivo y desnacionalizador.

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