Plataforma petrolera en Noruega. (Foto Cortesía El País)
Noruega, segundo exportador de gas a los países europeos tras Rusia, apuesta por mantener al máximo nivel su capacidad de producción en los próximos meses para asegurar el suministro al continente en medio de la guerra en Ucrania, ante la imposibilidad de un incremento significativo, mientras estudia ampliar la explotación de recursos existentes y abrir nuevas vías.

Noruega, que proporciona entre el 20 y el 25 % del gas de la Unión Europea (UE), ha impulsado ajustes para garantizar que no habrá una caída de la producción, como suele ser habitual al bajar la demanda por el clima más benigno y por trabajos de mantenimiento.

Así, la estatal Equinor ha anunciado un ligero aumento de la producción en tres campos de gas con vistas al suministro europeo, que equivale en conjunto a la demanda en un año de 1,4 millones de hogares, y la reapertura para mayo de la planta de gas natural licuado de Melkøya, junto al mar de Barents, cerrada desde hace un año por un incendio.

Equinor ya había notificado en septiembre otro aumento productivo en dos yacimientos, que supone el 1,8 % del total de las exportaciones de gas, justificado entonces por los altos precios en un mercado restringido.

Según las estimaciones de organismos noruegos, de mantenerse el ritmo actual, se podría cerrar el año con una exportación de 123.000 millones de metros cúbicos, un 5 % más que el récord de 2017 y casi un 9 % más que en 2021.

«Las compañías noruegas suministran todo lo que pueden y hacen ajustes para suministrar aún más. Pero no podemos aumentar el volumen de forma significativa», dijo hace días en Oslo el primer ministro noruego, el laborista Jonas Gahr Støre, durante la visita del ministro de Economía alemán, Robert Habeck.

Støre ha reiterado ese mensaje en todas las comparecencias durante su agitada actividad desde el estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia, que ha incluido un viaje a Bruselas y otros países nórdicos, y la visita del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki.

Noruega ha sido señalada por la UE, de la que no forma parte aunque sí del Espacio Económico Europeo, como uno de los posibles países «amigos» (junto con EEUU o Argelia) que podrían sustituir a corto plazo al gas ruso, dentro del objetivo de reducir dos tercios este año las compras a Moscú de ese fluido.

«Noruega produce tanto gas como es posible y no tiene mucho más que ofrecer a largo plazo. Estamos a toda máquina», explicó de modo gráfico el ministro de Energía, Terje Aasland, en la reciente conferencia anual de la patronal noruega del petróleo y el gas.

Varios operadores noruegos como la propia Equinor o Rystad Energy creen que los ajustes podrían permitir aumentar este año la exportación entre 5.000 y 10.000 millones de metros cúbicos, una cantidad modesta, debido a factores como la limitada capacidad de los gasoductos del mar del Norte.

Durante la visita de Morawiecki se anunció también para antes de finales de año la apertura del Baltic Pipe, que transportará 10.000 millones de metros cúbicos a Polonia pasando por Dinamarca.

Aparte de reforzar su imagen de proveedor estable, el Gobierno de centroizquierda noruego ha mostrado su intención de impulsar las denominadas zonas maduras (TFO) y su área colindante, donde ya se han hecho prospecciones y hay gasoductos próximos, como la del mar de Barents, incluida la zona que bordea la banquisa ártica.

El Ejecutivo en minoría entre laboristas y centristas, en el poder desde octubre, acordó en su pacto de gobierno aplazar un año una nueva ronda de concesiones en áreas no exploradas y no tocar las zonas próximas al Ártico.

Y aunque ha rechazado adelantar una nueva ronda, el anuncio de impulsar la actividad en las TFO ha provocado críticas.

La Asociación Noruega de Protección de la Naturaleza ha advertido de la vulnerabilidad de la zona y el Fondo Mundial para la Naturaleza habla de «medicina equivocada» y resalta que desde el inicio de las exploraciones a la producción pueden pasar hasta 16 años.

El Partido de Izquierda, aliado externo del Gobierno, acusa a este de incumplir sus promesas, mientras el ultraderechista Partido del Progreso ha ofrecido sus votos, a la vez que ha presentado una moción para abrir una nueva ronda de concesiones lo más rápido posible, algo que también apoyan los conservadores.

Noruega, que en sus previsiones de hace dos meses hablaba de un aumento continuado de su producción de hidrocarburos del 9 % hasta 2024, piensa ahora en mantener un alto nivel productivo más allá de 2030.

El alza de los precios dispara también las expectativas: según un cálculo del diario Dagens Næringsliv, Noruega podría recaudar en 2022 1,75 billones de coronas (181.000 millones de euros, 200.000 millones de dólares) por la venta de petróleo y gas, seis veces más que lo previsto.

El aumento de los ingresos abre las posibilidades a más inversiones en renovables, desde energía eólica a hidráulica y el almacenamiento de carbono e hidrógeno.

Durante la visita de Habeck, Noruega y Alemania acordaron impulsar la cooperación energética con iniciativas como el posible transporte a gran escala de hidrógeno azul desde el país escandinavo.

Y la Confederación de Empresarios Noruegos ha pedido al Gobierno un acuerdo de cooperación con la UE en el que se incluya también la energía eólica para contribuir a la seguridad energética.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.