Ninguna adicción es menos dañina. A las de siempre sumamos una, de “moda”, que también oculta traumas e influencias psicosociales alienantes: La conocemos como tanorexia

Cómo evoluciona una adicción: Al seguir de cerca un proceso adictivo, comprendemos cómo llega una persona a los estados obsesivos de adicción. Hay siempre una primera fase, inicial, de disfrute novedoso y de prueba. Sigue la segunda fase, con repetición del bienestar recién descubierto, que se utiliza para bajar la ansiedad desarrollada en el iniciado. La tercera etapa existe cuando el adicto se vale de las mentiras, y otras conductas antisociales, para tratar de ocultar su creciente dependencia: ¡Empezará a molestarse por las críticas y consejos! Ocurre la cuarta etapa cuando el adicto no puede evitar acciones delictivas insaciables (robar dinero, mentiras extremas, violencia). Pero si alguien, ocasionalmente, dice una mentira extrema, no lo convierte en adicto, ni delincuente…

La tanorexia, o “síndrome de adicción al bronceado”, violenta el cuerpo de la persona

La tanorexia es una obsesión, una adicción “caliente”. La tanorexia, o “síndrome de adicción al bronceado”, violenta el cuerpo de la persona, al someterle a una directa exposición al sol, en sesiones de cuatro o más horas; o en cabinas de rayos ultra violeta, para un “bronceado” de la piel. Se genera así, una valoración artificial y adictiva de la autoimagen y autoestima. La tanorexia es una perversión narcisista; una “quemante necesidad” de lucir piel más oscura; porque, el adicto cree tener un tono de piel inferior al que considera ‘más real’ y aceptable. Los tanoréxicos no controlan el límite del “quemado”, y no pueden detener el bronceado, una vez que la piel ya está ‘morena’; este patrón -adictivo- funciona igual que en otras adicciones, como el alcoholismo o el tabaquismo: ¡No pueden parar! ¡La ansiedad que les produce esta adicción les hace insistir cada vez más!

Los tanoréxicos preparan el soleado “escenario”, para asistir a su propia auto “quemazón”, su autodestrucción, en una fantasía candente y dantesca. Su piel se hipersensibiliza, convertida en centro de sus débiles esperanzas. Se quieren como personas, pero, a la vez, se niegan. Así, rechazan su identidad, su propia esencia, con un mecanismo psicológico de distorsión y perversión, que incluye el maltrato físico-anímico. Cuando se sobre exponen a esta luz solar, los adictos al bronceado alcanzan una sensación placentera (como cualquier droga). Llegan a convertir el dolor físico en placer, y aun en felicidad enfermiza; en soledad morbosa y goce narcisista, que necesitan como sobrevivientes, en un mundo de carencias, y baja autoestima. El tanoréxico creó la necesidad de “vestir” su piel con una presencia cromática más deseada por su gusto: ¡el color bronceado! ¡Nació ese “nuevo” color! Pero, la violencia con radiación ultravioleta (sol y cabinas) produce envejecimiento prematuro de la piel, y fallas en el sistema inmunológico. La respuesta biológica puede ser el cáncer de piel. ¡No confundir la vida al aire libre, y el goce del sol, con exabruptos y “disfrutes” equivocados…!

La fortaleza que puede salvar al adicto se encuentra en sí mismo, a veces profunda y oculta; sólo ayudemos a encontrarla, porque hasta en la más extrema adversidad, cualquier persona puede ser salvada por la esperanza…

Psicólogo Clínico e Industrial: Universidad Central (Venezuela). Maestria y Postgrado doctoral (Stanford University, USA). Director de Escuela de Educación, Universidad de Carabobo (Venezuela). Director de Escuela de Psicología, Universidad Arturo Michelena, Valencia (Venezuela). Profesor universitario. Asesor y gerente de empresas (Venezuela y otros paises). Escritor, periodista, analista. Productor, locutor (Radio 104,5 FM, Universidad Carabobo). Certificado de locutor: 0235. E-mail: hernaniyo@outlook.com / hernaniz@yahoo.com
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