Todo un éxito fue la aparición de las ‘redes sociales’, aun con su comienzo incierto. En la primera década del siglo XXI, Mark Zuckerberg da a conocer la plataforma de Facebook. Rápidamente, logra atraer y mantener a miles de personas, en esa red de amigos, allegados, desconocidos y curiosos, necesitados de atención, de comunicación, de socialización, de promoción y apoyo emocional. Un creciente volumen de cibernautas se enganchó con Facebook, en la acción afectiva de presionar el famoso dedo de “me gusta”, como forma de respaldo, de aceptación y aun de compromisos. Pronto surgió Twitter, otro poder de la opinión individual y social, concentrado en el manejo de -sólo- 140 caracteres de información (¡y cuán influyentes!).

Son las redes (sociales) que ahora, en poco más de una década, aparecen como desorbitados sistemas cibernéticos, manipuladores de la atención humana y del control social, señaladores de futuros inciertos y tendencias fugaces, aunque no fuesen éstas las intenciones de sus fundadores… Como instrumentos dispersores de noticia basura, como impulsores de la posverdad, del conocimiento volátil, y del empoderamiento sin control, las redes sociales han llegado al momento de un necesario llamado a la reflexión, en un ‘annus horribilis’, en este año 2018. Una tormenta se ha formado en relación con los efectos perjudiciales que ocasionan las ‘redes sociales’ en las sociedades mundiales. ¿Qué podemos hacer con ellas, es una pregunta obligada?

Hay algunas respuestas posibles: Cuando menos, romper el hábito de estar pegados a plataformas cibernéticas, diseñadas para hacernos adictos a las ciberamenazas. Podemos promover aislarnos de unas redes, que combinadas con el Smartphone, invento por igual contaminante y adictivo, puede estar creándonos serios problemas de salud personal y pública. Y por si fuese poco, dramáticas perdidas de identidad personal, e indeseables problemas de salud democrática…

Estamos perdiendo, al igual que los hijos desde pequeños, una buena porción de nuestra libertad de conocimientos y pensamiento, y las plataformas de benefician con estos procederes. Hay manipulación de lo que la gente lee y responde: se nos marca el camino y los destinos, también, aunque aparentemente, nadie nos obligue a asumir esos comportamientos… Un estudio de Pew Research, señala en octubre de 2016, que el 49% de usuarios encuestados en Estados Unidos estiman que las conversaciones en las redes sociales (Twitter, por ejemplo) se han hecho más políticas, con expresiones más agresivas que las de la vida real, y esto contribuye a la crispación y violencia…




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