Historia de retornados:
Migrantes / Foto referencial Archivo

Tras quedarse sin trabajo, sin poder pagar el arriendo, Eduardo José García de La Cruz, un joven venezolano de 24 años de edad, quedó expulsado del sitio en que residía en Bogotá, por lo que se vio forzado a retornar al país del que había migrado por la difícil situación económica y social.

Reseña el portal web de La Prensa de Táchira que, como él, cientos de nacionales están de vuelta porque en Colombia o en otros países de Suramérica no les ha ido nada bien.

Nativo de Punto Fijo, estado Falcón, regresó de Colombia en compañía de tres menores y cinco adultos, entre ellos su esposa que el próximo mes dará a luz. Entre San Antonio del Táchira y San Cristóbal, trataba de encender una hoguera para freír arepas de trigo que representaban el almuerzo del grupo de retornados, cuando narró: “La estábamos pasando rudo y decidimos retornar a nuestro país”.

Dice que él tenía cinco años en Colombia mientras que su esposa había llegado hace dos. “Trabajaba de reciclador, pero estas empresas se vieron afectadas por los paros y las protestas contra el Gobierno del presidente Iván Duque. Nos quedamos sin trabajo, no teníamos para pagar el arriendo y nos sacaron de donde estábamos viviendo. Nos tocó retornar porque ya estábamos viviendo en la calle».

Amenazaban con quitarles el bebé

Debido a la situación de calle que el grupo de venezolanos estaba viviendo en Bogotá, Eduardo señala que funcionarios del ente gubernamental Bienestar Familiar había advertido con “quitarnos el bebé que dará a luz mi mujer. Para el 15 de julio tiene fecha de parto”.

En el retorno de Bogotá hasta Cúcuta demoraron dos semanas. Algunos tramos los recorrieron en ‘cola’, pues hubo conductores de camiones que los ayudaron, pero la mayor parte del tramo lo hicieron caminando. De la misma manera, piensan llegar hasta Barquisimeto y de ahí esperan recibir apoyo económico de familiares para llegar a Punto Fijo.

«Traíamos un poquito de plata pero en las trochas de San Antonio nos tocó pagar bastante para poder pasar el rio, porque somos varias personas y traemos equipajes. Nos quedamos sin plata. En el Terminal de San Antonio nos estaban pidiendo 300 dólares para llevarnos hasta Barquisimeto, pero no tenemos dinero, entonces decidimos continuar caminando como hicimos en Colombia», afirma el joven.

“Nunca había salido de Venezuela”

Ana de Gómez, de 65 años, también de Falcón, relata que nunca había salido de su país. En Punto Fijo tiene familia y casa propia. “No me estaba muriendo de hambre porque trabajaba en casa de familia, pero me vine para Colombia hace tres años porque la gente se embochinchó a venirse», dijo la sexagenaria que ahora se ve obligada a regresar a su patria.

Dice que viajó hasta Villavicencio, Colombia, con su hija. Allí estuvieron vendiendo café en la calle hasta hace cuatro meses cuando decidieron irse a Bogotá. «Vivíamos de un diario vendiendo café pero eso es terrible, yo no podía vivir ahí y entonces le dije a mi hija: vámonos antes de que dé a luz porque si no llegamos antes a Venezuela, va a dar a luz por ahí y no sé qué pueda pasar», dice la abuela.

«Me ganaba mi platica, que me alcanzaba para comer y ayudar a mis nietos, pero se puso muy difícil (la situación) en Colombia». También señaló que los venezolanos que viven alquilados en Colombia, cuando no tienen para pagar el arriendo, terminan expulsados de los inmuebles.

«Los muchachos prácticamente vivían en la calle y allá en Bogotá llueve mucho. Decidimos venirnos para Venezuela, vamos caminando de regreso”, dijo.

Otros siguen migrando

Mientras unos regresan tras haber vivido duras experiencias en países vecinos, muchos otros caminan diariamente por la ruta que conduce hacia la frontera buscando salir de Venezuela, como es el caso de Daniela Castro, una venezolana de 32 años, procedente de Charallave, estado Miranda, que iba a compañada de sus dos hijos de 9 y 12 años.

Brevemente contó que va hasta Cúcuta donde está su esposo desde hace ocho meses, trabajando. La difícil situación económica de Venezuela la impulsó a salir. Su esposo es colombiano y tiene trabajo, lo que Daniela ve como un alivio para su grupo familiar.

«Él me dijo que me viniera, me mandó algo de plata para el pasaje. Hemos andando en autobús y otra parte caminando», expresó la mujer mientras apuraba el paso junto con sus dos hijos, rumbo a la frontera colombo-venezolana.

Con información de La Prensa de Táchira.




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