Sortear inmensos huecos y encontrarse con semáforos fuera de servicio es el denominador común desde que se entra a Naguanagua, por el distribuidor que lleva este mismo nombre. La desidia oficial no tiene fecha de vencimiento, tanto que conductores y personas cercanas a los semáforos ya ni se acuerdan desde cuando están dañados.
Y aunque haya menos circulación vehicular que en otros tiempos, es típico el congestionamiento en el distribuidor Naguanagua, al iniciar la avenida Valencia a la altura de Tazajal, por encontrarse dañados los semáforos en ambos sentidos desde hace más de un año.
Esta misma situación se presenta en el semáforo de Puente de Bárbula, por la avenida Valencia, a la salida de la autopista, donde ya tiene varios meses sin funcionar. Aquí el congestionamiento es a cada rato.
Y si nos vamos hacia la avenida Bolívar, los semáforos peatonales frente al Bicentenario han dejado de funcionar. "Están de adorno", dicen los transeúntes, quienes cruzan la avenida al zig zag para evitar los vehículos.
También a los huecos se están acostumbrando las personas. En un recorrido efectuado por el equipo de El Carabobeño se constató que manejar desde Naguanagua hacia Valencia es como una travesía de huecos o desniveles a cada 50 metros. Uno con bastante tiempo y que abarca una gran porción es el de la avenida Bolívar diagonal al Bodegón de Castilla, por donde se sube hacia la Cruz Roja. El inmenso cráter ha tomado un canal del costado. Se le hacen "pañitos calientes" y nada, comentan quienes por ahí caminan.
Así, entre huecos y semáforos dañados los valencianos se trasladan en su día a día. El retrato de una Venezuela abandonada a su suerte, pero no por ello los ciudadanos dejan de transitar
Otro semáforo que está a punto de dañarse es el ubicado por la avenida Bolívar frente al Tijerazo, titila y tarda más del tiempo debido para cambiar de luz.
Y otro semáforo que siempre ha presentado fallas es el ubicado por la avenida Bolívar cruce con la Monseñor Adams. Tiene tanto tiempo fuera de servicio que las vendedoras cercanas ni se acuerdan cuándo dejó de funcionar. "Aunque siempre lo arreglan, al poco tiempo se daña", comentó una vendedora ambulante de la zona.
Otra situación similar se presenta en el semáforo de esta avenida a la altura de Los Colorados, frente al antiguo Beco. Quienes caminaban tampoco podían dar cuenta del tiempo dañado.
Más adelante, el ubicado frente a Banesco, por la torre Valencia (antigua torre Bod, por cierto estructura toda desmantelada que causa nostalgia por el abandono), está en iguales condiciones. "Tiene cuatro meses sin funcionar, pero a veces lo acomodan y al poco tiempo se daña", comentaron unos vendedores cercanos.
También los huecos hacen de las suyas
Entre semáforos averiados también los huecos predominan. En la Cedeño con Soublette un cráter no deja circular bien los vehículos.
En la avenida principal de El Viñedo, frente a la redoma de la Torre Movistar , otro cráter que se extiende hace que los conductores tengan que maniobrar para transitar sin riesgo para sus vehículos.
Así que los valencianos, tanto los ciudadanos de a"pie" como conductores, son afectados por estos dos problemas, que pudieran arreglarse con "voluntad política", esa que hace falta para componer el país.
Esa misma disponibilidad que tanto clama la ciudadanía, que forma parte de sus reclamos pero que ha cedido frente a la resignación los acobija.
Restaurar la vialidad, con semáforos en buen funcionamiento, es un clamor de todos los valencianos que ansían esa "Valencia del Rey" en la que andar de noche por sus calles era un placer, y que ahora está convertida en una "boca de lobo", por lo que muchos se recogen temprano para que no los "agarre la oscuridad".