En la idea liberal, existen los individuos y el Estado. Aquellos se defienden de éste para ser libres. En los estatismos, el individuo desaparece en el altar colectivo representado por el Estado que es expresión de la nación o la clase, según sean fascismos o marxismos. La democracia, elaboración más humana y por lo tanto más compleja, entiende que hay un tercer actor, intermedio, formado por los individuos para organizarse con motivo de fines diversos: partidos para la política, sindicatos para el trabajo, gremios para las actividades empresariales o profesionales, iglesias, organizaciones deportivas, sociales, solidarias. Es lo que se denomina generalmente sociedad civil. Una democracia verdadera ve personas, no sólo individuos.

Los cuerpos intermedios, por definición, no son gubernamentales. Se crean desde abajo. De la sociedad. La misma que originalmente ha creado el poder político que evolucionó en estatal, para lograr orden, seguridad. Así, en razón de sus otros intereses que son tan diversos como la naturaleza humana, va creando estructuras. A muchas de éstas se las llama organizaciones no gubernamentales, precisamente por esa cualidad básica originaria.

El partido político, en principio expresión de la sociedad civil, como tiene fines de representación y gobierno, se organiza con cuadros, programas y estrategias para competir y dirigir desde el poder estatal a la sociedad toda. Allí empieza a diferenciarse de otras organizaciones sociales, aunque como ellas, necesita de la libertad para desarrollarse.

Partidos y organizaciones de la sociedad civil tienen además, en común el parentesco con el pluralismo. La diversidad social los justifica. Si en la sociedad no hubiera más que un interés y fuera políticamente unánime, no tendrían por qué existir partidos, palabra que etimológicamente viene de parte y tampoco organizaciones sociales, expresiones de variados intereses u opiniones.

En los regímenes de partido único no se habla de sociedad civil sino de movimientos sociales u organizaciones de apoyo. Se estructuran bajo la dirección suprema del partido y su función es instrumental. En la concepción, aunque la práctica, cosas de la terca realidad, puedan resultar díscolos. Es la contradicción esencial entre partido único y realidad y su radical incompatibilidad con la democracia.

Tan tensas como necesarias son las relaciones entre sociedad civil y política. Pero con un solo partido no hay democracia ni sociedad civil.




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