Escribir este artículo es un ejercicio civil que se inspira, en la obra del gran escritor y poeta valenciano José Rafael Pocaterra, quien concibiera su obra “Memorias de un venezolano en la decadencia”, como una ruda denuncia a la tiranía brutal de Juan Vicente Gómez, vivimos de nuevo tiempos brutales sobre todo en la que fuera la amada villa pocaterrana. Valencia y todo el Estado Carabobo y la República vivimos oscuros, mustios y sucios años, de hecho escribir para este diario representa un acto de resistencia, pues el odio y el temor hacia la libertad, significaron que este medio el decano del periodismo en Carabobo, dejare de circular en forma impresa, empero la maldad y la adversidad son buenos maestros y aún nos resistimos a callar, desde los medios digitales la obra de Don “Eladio Alemán Sucre”, aún vive y lo hace para educar y comunicar, pese a la torpe idea de un pensamiento único.

Así nuestra crónica de la decadencia, como sociedad comenzó cuando como sociedad decidimos elegir a un individuo que se sentía estaba, por encima del bien y del mal un vengador que termino destruyendo a las instituciones y entre estas al bolívar, así la reconversión, fue un ardid abyecto y avieso para ocultar el fracaso económico y revirtiendo por superación e esquema de Barro y Gordon, engañar a la sociedad al emitir más inflación que la que podíamos superar, el drama fiscal de un Estadio que se autodestruyo de manera fiscal y monetaria, se logra configurar el veinte de Agosto de 2018, con otra fallida y absurda reconversión que le restaría cinco ceros a una moneda que ya no era moneda y que nacía en medio del “desagio” , un término que indica que el valor nominal del dinero, es absolutamente inferior a su valor real, es más un término que presupone la eliminación de facto de la más neurálgica cualidad dineraria, la reserva del valor, como unidad de cambio el bolívar sólo paga el pasaje público en la muy pecaría red de autobuses y autobusitos que aún circulan en medio de una pertinaz escasez absoluta de combustible y en el marco de una pandemia, las cualidades del bolívar en materia de unidad de cuenta apenas permiten pronunciar, las cifras presupuestadas, proyectadas y registradas, el registro contable embrida el drama de una dolarización cruel y asimétrica desde la demanda, la cual se celebra desde la más alta esfera del régimen en franca contravención de sus ideales de justicia e igualdad social, jamás gobierno alguno había insuflado semejante carga de iniquidad e incertidumbre. El gran logro del chavomadurismo,  se concreta en la defenestración y expolio de la sociedad hacia la miseria, el hambre y la desigualdad, dos monedas, dos países, dos realidades una misma fealdad.

Esta terrible realidad de la dolarización desde la demanda configura un cuadro por demás complejo, el cual se traduce en hambre, miseria y pérdida de la calidad de vida, en tan solo una semana el tipo de cambio en términos nominales se incrementó en Bs. 141.425,02 y en el mercado oficial en Bs. 110.977, en valores relativos el marcador paralelo, que regula las transacciones en esta ex República se ha corregido al alza en 27,56%.

 

Conducta Tipo de Cambio Semanal.
Dólar Paralelo 13 NOV 691.680,82
Dólar Paralelo 09 NOV 542.255,80
Devaluación TC Paralelo (%) 27,56
Oficial 13 Nov 646.322,88
Oficial 9 Nov 535.345,98
Devaluación TC Oficial (%) 20,73

 

Es menester explicar para quienes no viven estas crónicas sufridas, por esta ex república y de este ex país que el tipo de cambio en Venezuela varía dos veces al día, así que aquellos quienes consideraban una historia fabulada el umbral de la hiperinflación en la Argentina, con los relatos surrealistas de silbatos que indicaban que la estructura de precio variaban en una misma jornada, en nuestro país se configuran los retos de una dolorosa y larga hiperinflación que se han traducido en 97% de pobreza de ingresos y 80% de hambruna, el salario es otra institución levantada y pulverizada para hacer viva la idea de la igualdad socialista, una que destruye la individualidad y la productividad, Tal realidad configura la máxima de John Stuart Mill: “Todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre  que se le dé es despotismo”.  Justamente somos una sociedad tiranizada, sin reservas de confianza y con una moneda destruida, jamás fuimos tan pobres, jamás fuimos tan desiguales, el chavomadurismo, fracturo a la sociedad entre una minoría con acceso a los dólares y grandes mayorías defenestradas a la miseria. A la fecha de publicación de este artículo el salario es de 0.58 centavos y se requieren 605,2 salarios para comer, en medio de tal decadencia nuestra ingesta solo supera a la de Yemen o al violento Sudán del Sur.

La combinación de hiperinflación, destrucción del aparato económico nacional desmonetización y desalarización, configuran un cuadro de emergencia humanitaria sin precedentes solamente superado por Siria, con el agravante de que esta nación recibió una ayuda noventa veces mayor a la percibida por los migrantes venezolanos, esta yuxtaposición de dramas en el drama nacional, recrean un Estado fallido, incapaz de proteger a sus connacionales, somos una nación en dónde la idea de una ciudadanía fuerte y racional, son incompatibles con el drama que atraviesa el país. Esta crisis es el resultado de la sumatoria de errores y anacronismos acumulados desde el chavismo, en la trama temporal 2000-2013 Venezuela recibió 950 mil millones de dólares y al ser decretada la emergencia económica por parte de Chávez el gobierno recibió una suma aprobada por la vía de créditos adicionales cercana a los 20 mil millones de dólares, los cuales se emplearían para producir electricidad desde las termoeléctricas, las cuales jamás se activaron y hoy media república vive los rigores de planes de administración de carga, que son redefinidos para insuflar robustez a un discurso o narrativa, que solo persigue transferir a terceros la responsabilidad de la administración de la cosa pública.

Estas crónicas definen a un Estado que se quebró a sí mismo, de un Estado que se retrotrajo a formas de ejercicio del poder absolutamente totalitarias, un Estado total,, un Estado para el mal, un Estado que destruyó la moneda nacional y con la sorna propia del mal, aplaude un fenómeno lacerante y absolutamente productor de desigualdades.

La razón y denuncia que sustentaba al discurso incendiario de Chávez, residía en la igualdad y la justicia, hoy a más de 22 años de aquel suicidio colectivo, sellado en las urnas electorales bajo la inconciencia de unos y la indolencia de otros, nos deja un legado de herrumbre, un legado de corrupción, persecución, expolio, expropiación, negligencia sideral en la administración de lo público e hipertrofia que tangencia con el mal y el Estado total.

Finalmente debemos entender, que es un fin en sí mismo, el hecho de haber logrado destruir a la moneda, derrumbarnos como lo planteaba “Adam Ferguson”  Ferguson, A. (1975). Cuando muere el dinero. El derrumbamiento de la República de Weimar.Se apostó a que el dinero no importaba, total éramos ricos, el chavismo gastó a manos llenas, cual sultanato invirtió en toda suerte de proyectos vacuos y los hizo quebrar, en síntesis la destrucción del dinero era un acto premeditado y alevoso, para hacernos prisioneros en nuestro propio país y pagar salarios en una moneda que ya no es moneda y así cual macabro silogismo pasar al consecuente de que ya no somos país. Esta nuestra moderna decadencia, este el resultado de ser una sociedad que coquetea con el mal y adula las sombras. No hay diagnósticos escenarios laxos, que presupongan salidas fáciles a este laberinto del cual perdimos la urdimbre de la madeja hacia la libertad.

Justo en medio de este duro devenir, que discurre como las manecillas de un viejo y oxidado reloj, que marca el trascurrir nacional, nos aproximamos cual nave de Ulises al encuentro entre Escila y Caribdis, nuestro tropical Escila es la violencia relegitimada en una farsa electoral vaciada de contenido y el nihilismo de los votólatras, los adulantes de este sainete macabro, quienes hoy sencillamente se funden a esta estafa social, en medio de la cual se debaten los estertores de una nación enferma de mentiras y vacuidades, un país que ya no es país, un verdadero cuento grotesco.

 

“Los Ministros, los políticos de Caracas y del interior, los cortesanos, los adherentes, los trepadores, los crustáceos: ¡la fauna de estos últimos tiempos! Y hasta la flora porque notábase allá y acá algún infeliz chayota”.

José Rafael Pocaterra.

@carlosnanezr

@nanezc




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