Unas 50 playas francesas intentan prohibir el tabaco este verano boreal para preservar el medioambiente de las colillas y reducir la exposición al tabaquismo pasivo.

Francia cuenta actualmente con 218 espacios públicos exteriores, parques y playas (entera o parcialmente) en los que el tabaco está prohibido por decreto municipal, en 29 ciudades de todo el país.

Por su parte, en las zonas de juegos infantiles está prohibido fumar por decreto nacional desde junio de 2015, en un país en que el tabaquismo mata cada año a 78.000 personas.

El verano es «a menudo un periodo en el que la gente intenta dejar de fumar, lo que resulta más fácil cuando se está en un ambiente libre de humo», explicó a la AFP Emmanuel Ricard, delegado para prevención de la Liga contra el Cáncer, que hace unos años lanzó el programa «Espacio sin tabaco».

Además, «cuanta más gente ven fumando los jóvenes, más incitados están a comenzar» a hacerlo.

Niza fue la primera ciudad que creó una playa sin tabaco, en 2012, y actualmente cuenta con cuatro. Su vecina Cagnes-sur-Mer siguió el ejemplo y este verano prohibió en una de sus 10 playas los cigarros, pero también «el narguile, la shisha, los cigarros electrónicos o cualquier otro producto que sirva para fumar o inhalar», explicó a la AFP el alcalde de la localidad, Louis Nègre.

Por su parte, la isla de Córcega, en el Mediterráneo, cuenta con 20 playas libres de humo.

«Las colillas terminan a menudo en el agua, el vientre de los peces e incluso la boca de los niños», señaló Romain Bail, alcalde de Ouistreham (norte), que se sumó al movimiento para preservar «la salud pública» y luchar contra «la contaminación de la arena y del mar».

Una colilla «son 500 litros de agua contaminada», asegura Gérard Marcalbert, consejero municipal de Carnac (oeste). «Si contaminamos el agua con colillas también contaminamos los peces, las ostras y los humanos».

Como ocurre en la mayoría de estaciones turísticas que prohíben el tabaco en el país, Carnac se basa en el civismo de los veraneantes, «ya que no hay una multa prevista para los infractores», señala el regidor.

Algunos representantes municipales dan cuenta de un cierto estancamiento tras el «verdadero éxito» de esta iniciativa en los primeros años.

En Ouistreham la prohibición «se respeta poco» este verano, reconoce su alcalde. «Tenemos verdaderas dificultades para hacer entrar en razón a los veraneantes», lamenta.

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