Al fin llegó la licencia para que las gigantes energéticas Repsol de España y ENI de Italia puedan exportar condensados de gas natural a Europa. Este acuerdo “a la Chevron”, que estábamos esperando ansiosamente, arriba luego de muchos meses de negociaciones para permitir a dichas empresas el cobro de deudas pendientes; y quizás como antesala a una mayor inversión que permita aprovechar nuestras gigantescas reservas de gas, disponibles para atender otros mercados naturales de Venezuela, como lo son inicialmente Colombia, Trinidad y las islas ABC.

Ambas empresas manejan en conjunto el ambicioso proyecto Cardón IV, una asociación para el procesamiento del gas asociado extraído en las aguas del golfo de Venezuela, con una planta con capacidad de 450 millones de metros cúbicos de gas al día, que actualmente produce además unos 16 mil barriles diarios de condensados. Una menudencia en el contexto internacional que por ahora más que ingresos directos, representa una nueva etapa en la reapertura del sector energético local.

Las inversiones requeridas de inmediato para reactivar pozos, plataformas y gaseoductos, y la expansión constante de la planta procesadora representan en sí mismas una maravillosa noticia, ya que serán empresas venezolanas las que resultarán subcontratadas para realizar tales obras. Insumos, servicios y mano de obra locales que habrán de inyectar recursos en nuestra ávida economía.

¡Y es que de eso se trata! El país requiere con urgencia la reactivación de su aparato productivo, estatal y privado. El sector energético está llamado a ser la bujía de dicho proceso, ya que por los grandes montos involucrados en los proyectos de petróleo y gas, el efecto cascada traerá beneficios inmediatos. Este no es un sector particularmente intensivo en mano de obra directa, pero sí que genera muchos puestos de trabajo indirectos y sobre todo, demanda muchos bienes y servicios que a su vez serán fuente importante de actividad en el sector privado.

Ciertamente, incrementar la producción de petróleo a nuestro mejor nivel de 3 millones de barriles al día cuesta algo así como 70 mil millones de dólares y varios años de trabajo. Pero dicha producción genera cerca o más de 20 mil millones de dólares anuales por cada millón de barriles. Así que la matemática está fácil, la inversión íntegra se recuperaría muy pronto. Lo que no están dadas son las condiciones para atraer capitales de esa magnitud. Por ahora.

La tarea del Ejecutivo, si es que decide aceptarla, es dejar de lado sus posturas políticas y recomponer la institucionalidad. Sólo así habrá inversión extranjera significativa que recupere nuestro sector dorado y mejore de inmediato las condiciones de vida de nuestro pueblo. Ya la era de la V República pasó y les toca ahora a los actores actuales disponer el camino que quieren seguir. Tamaña decisión.

El Presidente Chávez tuvo y desperdició un nivel de apoyo popular, político y económico único y envidiable, suficiente para haber llevado este paraíso a niveles de desarrollo socioeconómico difíciles de replicar. Los inmensos recursos a su disposición, en un país ya bastante industrializado y con cierto nivel de infraestructura, eran harto suficientes para atender las necesidades de menos de treinta millones de personas, creando bases sólidas para el desarrollo continuo del país para sus próximos 50 años. No fue así, por decisión suya. Puso tales recursos al servicio de un proyecto político cuyos resultados todos conocemos.

Si bien el tiempo no se recupera, ya va siendo hora de cambiar el rumbo, para el bien de todos. No cabe duda de que bajo el escenario actual y si no hay pronto cambios profundos, usando el latinazgo preferido de los economistas ceteris paribus, la conducción del país seguirá en las mismas manos. Lo que falta por saber es si seguiremos “condenados al fregadero” como decía aquella vieja campaña publicitaria, o si por el contrario quienes dirigen el país se reencuentran con sus oportunidades históricas. Negociar y transigir para poder exportar gas es un paso en la dirección correcta. Rogamos porque se den muchos más de esos pasos.

Dr. Guillermo Mendoza Dávila

guillermomendozad@gmdconsultor.com




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